Inversión en sanidad: la vía española hacia la prosperidad
Septiembre de 2021 El sector sanitario es un pilar fundamental de la economía española y uno de los instrumentos más eficaces de cohesión social y territorial. La pandemia provocada por el COVID-19 ha puesto de manifiesto la capacidad de resiliencia del sistema sanitario, y ha demostrado que no existe dicotomía entre la salud y la economía; no solo porque la actividad económica se resienta por el riesgo sanitario, sino porque la capacidad del sistema para mantener la salud es una fuente de beneficios económicos y sociales duraderos.El reciente informe elaborado por Analistas Financieros Internaciones (Afi) con el apoyo de la Fundación Farmaindustria, publicado el pasado julio, refleja el peso del sector sanitario en la economía, así como su generación de valor añadido, impacto sobre el empleo y las externalidades positivas del mismo, poniendo de relieve la importancia de la inversión en áreas como el capital humano y la investigación.
El sector sanitario es un pilar de la economía y de la cohesión, con un peso económico muy significativo, una destacada proyección exterior e intensivo en innovación, cuyo efecto tractor sobre la economía trasciende a su propio sector
Entre las principales conclusiones de este informe destaca el significativo peso económico del sector sanitario español: en 2018 generó un valor añadido de alrededor de 94.600 millones de euros (lo que representa el 8,7% del PIB), mientras que el gasto sanitario total ascendió a los 105.000 millones de euros en 2017 (el 70% financiado con fondos públicos). Desde el punto de vista del empleo, las actividades económicas relacionadas con el sistema sanitario ocupan a 1,8 millones de españoles (el 10% de afiliados a la Seguridad Social), los cuales ostentan niveles de cualificación y sofisticación de tareas superiores a la media nacional.
El sector sanitario cuenta con una gran importancia no solo en el ámbito de los servicios. Con más de 80 plantas de producción de medicamentos de uso humano, el valor de la industria farmacéutica española alcanza los 15.700 millones de euros. En 2017 este sector invirtió 1.200 millones de euros, equivalente al 12% del total de inversión del sistema sanitario.
La relevancia del sector se observa también el comercio exterior. De este modo, el valor de las exportaciones alcanzó los 12.000 millones, lo que supone una cuarta parte de la producción y de las exportaciones de los sectores de alta tecnología. Además, el sector farmacéutico español está plenamente integrado en las cadenas globales de valor, mostrando elevados niveles de competitividad exterior. Así, España es el duodécimo exportador mundial de productos farmacéuticos, con una cuota de mercado del 2,1%. No obstante, exhibe una importante dependencia del exterior en términos de material sanitario, por lo que resulta necesario reflexionar sobre la conveniencia de desarrollar la capacidad de producción doméstica.
Por su parte, la inversión total en el sector sanitario representó 10.000 millones de euros en 2017, mientras que el gasto en I+D en España ascendió a 15.000 millones de euros en 2018. Además, la investigación en el sector salud acapara una buena parte del interés de la ciencia en términos de gasto, siendo el segundo objetivo socioeconómico que más financiación recibe, solo por detrás de la producción y tecnología industrial. A pesar de la escasez de recursos en la Universidad, España es uno de los países líderes en investigación en el ámbito de las Ciencias de la Salud. Esto pone de manifiesto la eficiencia en el manejo de los recursos para la investigación, así como la productividad científica de los investigadores españoles.
En general, la innovación e investigación desempeña un papel fundamental para continuar ampliando y mejorando la gama de tratamientos existentes que contribuyan a mejorar la salud global. Tal como muestra el trabajo, por cada euro invertido en investigación sanitaria (pública o privada), la economía genera 1,6 euros de Valor Añadido de manera directa, indirecta e inducida. Además, cada millón de euros invertido en este sector contribuye a la generación y mantenimiento de más de 15,6 empleos. La inversión en investigación sanitaria genera efectos tractores que trascienden las ramas productivas más asociadas con la sanidad, impulsando la actividad de servicios especializados, comerciales, e industriales, entre otros.
Finalmente, y aunque la evidencia científica sitúe al sistema sanitario español en el grupo de países más eficientes, hay varias áreas del mismo en el que se observan carencias, como en términos de gasto, ámbito en el que España se encuentra significativamente por debajo de los países europeos más avanzados.
La inversión en sanidad presenta externalidades positivas, contribuyendo a disminuir la desigualdad
La inversión en el sector sanitario es, además de un potente generador de beneficios económicos, un instrumento eficaz para redistribuir la renta. De acuerdo a los cálculos realizados en el informe, el valor de los servicios sanitarios supone más del 25% de la renta del 20% más pobre, frente a un 6% del decil más rico. Si se incluye en la distribución de la renta el gasto imputado en salud ajustado por edad, la desigualdad, medida a través del índice de Gini, se reduce en un 8,7%. La función redistributiva del gasto sanitario se ha amplificado incluso más como consecuencia del impacto de la pandemia, que está golpeando más a los hogares de baja renta y baja cualificación, y cuyo empleo depende en mayor medida de los sectores de servicios más expuestos a restricciones.
El sector sanitario en España ejerce un papel clave en el reequilibrio territorial: son las comunidades autónomas las principales movilizadoras de recursos públicos hacia el sector.
El informe también pone de manifiesto que el sector sanitario en España permite garantizar en todo el territorio, con independencia del dinamismo económico de unas y otras zonas, un porcentaje significativo del empleo cualificado y una aportación relevante al PIB regional. La movilización de recursos públicos de las comunidades autónomas hacia el sector salud es muy significativa, tratando de mantener los niveles mínimos de gasto necesarios para facilitar una provisión de servicios adecuada para todos los ciudadanos con independencia de su lugar de residencia. De hecho, las comunidades con menos renta y con mayor dispersión deben realizar un mayor esfuerzo de gasto público en términos de PIB para sostener la sanidad.
La distribución territorial del gasto público sanitario, y en especial en Atención Primaria, es variable en función de la caracterización geofísica de la comunidad autónoma, que determina el grado de despliegue de puntos de atención en el territorio. Es en las provincias de la «España vaciada» donde el número de centros de atención primaria por población alcanza los valores más altos, con el objetivo de garantizar la accesibilidad del servicio en términos de distancia y tiempo en aquellas zonas donde la diseminación de los núcleos urbanos es clave. De este modo, la Atención Primaria es un eje vertebrador del Sistema Nacional de Salud que contribuye a mejorar la equidad de todos los ciudadanos.
En cuanto a la Atención Hospitalaria y Especializada, el despliegue territorial está menos vinculado a la caracterización geofísica, apreciándose una mayor homogeneidad en las principales variables. El impacto de un centro hospitalario en el territorio es mucho más relevante, y el gasto público está más ligado a la propia oferta asistencial. La caracterización y la variedad de dicha oferta, puede convertir a los centros en importantes focos de atracción de talento. No obstante, se vislumbran diferencias territoriales notables en la capacidad hospitalaria y la tecnología disponible que acaban repercutiendo en la accesibilidad y en las listas de espera.
Por su parte, la digitalización de la atención sanitaria se convierte en un área prioritaria de acción por su impacto directo en la mejora de la accesibilidad, el ahorro de costes, el incremento de productividad a cuenta de menores desplazamientos, y, sobre todo, por su papel en la resolución de los desafíos que representa la prestación de servicios en los territorios más remotos y dispersos.
La inversión en salud puede ser rentable para la economía: aumentar el gasto público en sanidad genera un crecimiento del PIB
Las consecuencias de la pandemia y el reto de los nuevos fondos europeos (NGEU) justifican la necesidad de adoptar decisiones estratégicas sobre el uso de los recursos públicos en un horizonte de medio y largo plazo. En un entorno de progresivo envejecimiento poblacional, que va a ejercer mayor presión sobre la demanda de servicios sanitarios, la inversión en salud se configura como una opción rentable para la economía y generadora de bienestar social.
El análisis prospectivo realizado en el informe parte de un escenario inercial, en el que no se toman decisiones estratégicas sobre el uso de los recursos públicos y evoluciona principalmente como resultado de las proyecciones demográficas, y un escenario alternativo, en el que se adopta la decisión de priorizar la inversión en salud. Bajo este último supuesto, un Plan que contemplara una mayor inversión en Sanidad para el periodo 2021-2025 y que elevara de forma sostenida en dos puntos la asistencia sanitaria con relación al PIB permitiría elevar la tasa de crecimiento medio del PIB en 0,25 puntos porcentuales hasta 2040, alcanzando un nivel de llegada un 4% más altop>
La inversión en sanidad es fundamental para el crecimiento económico
En conclusión, el informe pone de manifiesto la necesidad de aumentar los recursos sanitarios con continuidad en el tiempo, que vayan acompañados de reformas que permitan mejorar la eficiencia y coordinación del Sistema Nacional de Salud. Además, la atención primaria precisa un mayor esfuerzo en términos de inversión, ya que presenta el mayor potencial para generar efectos económicos y sociales positivos. Finalmente, reforzar de la capacidad industrial y tecnológica vinculada a la salud, reduciendo la alta dependencia de proveedores extranjeros, también resulta fundamental.