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PPAs: impulso para nuevos desarrollos renovables

Julio de 2024
El estallido de la guerra en Ucrania provocó un incremento sin precedentes en la volatilidad del precio de la electricidad en Europa. El mecanismo de fijación de precios en el mercado mayorista, muy vinculado a los precios del gas, motivó este comportamiento, que ocasionó importantes alteraciones en los márgenes de las empresas y en las cuentas de los hogares.

Esta dinámica acrecentó la preocupación de las autoridades europeas por reforzar la autonomía energética y evitar el uso de los precios como mecanismo punitivo en un contexto de guerra, dado el control de materias primas estratégicas que ostentaba Rusia. Esto impulsó el desarrollo de la capacidad de producción de energía a través de fuentes renovables, una tendencia presente en muchos países desde principios del siglo XXI, pero que en los últimos años ha tomado un impulso sin precedentes en todas las tecnologías, no solo en la solar fotovoltaica, sino también en la eólica, con un creciente refuerzo de la eólica marina (offshore).

En paralelo, En otros sectores ha proliferado el interés por contar con mecanismos de protección ante la volatilidad del mercado de la electricidad, para preservar la estabilidad del margen de explotación.

Esta búsqueda de protección se ha trasladado al mercado de productos derivados, que en el ámbito de la electricidad toman el nombre de acuerdos de compra de energía o power purchase agreements (PPAs). La firma de estos contratos no solo permite pactar un precio de intercambio para la electricidad consumida, sino también certificar su origen renovable mediante las denominadas garantías de origen (GdOs), cruciales para acreditar la contribución del consumidor a los objetivos de desarrollo sostenible. Estos contratos se firman con vencimientos largos, protegiendo consumos que suponen en muchos casos 10 años, o incluso plazos superiores.

Los PPAs tienen una serie de particularidades que marcan diferencias significativas con respecto a otros derivados financieros de uso generalizado en el mercado y que conviene conocer en detalle antes de proceder a su contratación. Los PPAs tienen dos modalidades: física o virtual. El PPA físico es un contrato que supone la adquisición de energía directamente de un productor para su aplicación directa al proceso de producción. Su filosofía es similar a la de cualquier acuerdo de precio de compra a plazo, pero tiene la particularidad de que la contabilidad permite su tratamiento como un contrato de suministro más.

Los PPAs virtuales son acuerdos puros de precio, que normalmente se liquidan por diferencias y que, generalmente, no implican la entrega física de electricidad. Su funcionamiento es similar al de cualquier otro derivado financiero (como los swaps de tipos de interés o los futuros sobre acciones o tipos de cambio). En este sentido, la contabilidad obliga a su reconocimiento como un derivado financiero al que, potencialmente, se le puede aplicar el tratamiento de la contabilidad de coberturas.

Por otro lado, los PPAs tienen diferentes modalidades según el consumo acordado en el contrato. Podemos encontrar acuerdos en los cuales el comprador adquiere toda la producción de la instalación (pay as produced) o contratos en los que se pacta una determinada curva de consumo (carga base o baseload).

La naturaleza del consumo acordado es un factor condicionante del precio en la medida en que puede generar mayor o menor dificultad para el vendedor en su cumplimiento. Los contratos "pay as produced" son los más cómodos para el vendedor, pero los que más riesgos comportan para el comprador, ya que la producción de energía renovable, especialmente la solar fotovoltaica, sigue una curva que a menudo no coincide con los picos de demanda del ciclo de producción de la empresa. Por ello, en el ámbito industrial proliferan más los contratos baseload, que sin embargo presentan serias dificultades para el vendedor, ya que la producción de energía renovable no es estable y, por lo tanto, debe buscar mecanismos para poder cumplir con lo pactado y responder adecuadamente al comprador. Como elemento de soporte para garantizar una carga de consumo base están proliferando los desarrollos encaminados a la acumulación de energía para aprovechar los picos de producción que no son utilizados en el mercado (por ejemplo, durante el día) y liberarla en las horas valle de producción (por la noche) para dar continuidad al suministro a los compradores.

El mercado aún no cuenta con referencias líquidas como sucede con otros productos financieros, y su firma está muy condicionada a la disponibilidad de instalaciones y a los plazos de entrada en explotación de las mismas. En cualquier caso, la firma de transacciones de estas características ha crecido exponencialmente en el último trienio, con un protagonismo destacado de empresas no utilities, que han doblado el volumen pactado en este tipo de contratos desde 2019, hasta superar el 70% de la contratación en 2023. Desde la parte vendedora, se observa un protagonismo creciente de proyectos específicos frente a grandes corporaciones, que a cierre de 2023 se situaron en el 50% de los volúmenes contratados.

Se trata de un producto con un protagonismo llamado a seguir creciendo, y que, además, ha permitido impulsar transformaciones relevantes en materia de tecnologías de almacenamiento, que representan el siguiente gran reto para las tecnologías renovables, en un contexto en el que la capacidad de desarrollo de nuevas plantas ha quedado más que demostrada desde 2022.

Pablo Guijarro, socio de Afi