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Geopolítica: encrucijadas y desafíos, con foco en la deuda (pública)

Julio de 2024
La geopolítica ha vuelto a irrumpir con fuerza en nuestras vidas tras los choques provocados por la pandemia y la guerra en Ucrania. Esta influencia se entrelaza con la geoestrategia y la geoeconomía, afectando directamente la política económica y las dinámicas globales. En este contexto, una deuda pública en niveles históricamente elevados en la mayoría de las economías plantea grandes desafíos para la sostenibilidad fiscal y el equilibrio macroeconómico a medio plazo.

Contexto geopolítico global

En los últimos tres años, la atención sobre la escena geopolítica global ha aumentado significativamente. La geopolítica, que estudia la influencia de factores geográficos en la política y las relaciones internacionales, permite identificar y comprender las grandes tendencias que definirán el futuro económico, político y social global. Este análisis es crucial en un contexto de cambio de orden global económico y geopolítico. Tras la Segunda Guerra Mundial, el capitalismo democrático, liderado por Estados Unidos y apoyado por instituciones internacionales como el FMI y el Banco Mundial, estableció un orden mundial que ha sido cuestionado desde la crisis financiera de 2008 y la emergencia de China como una alternativa al liderazgo global de Estados Unidos.

Actualmente, nos encontramos en la confluencia del final de un período de globalización liderada por Occidente y de un orden unipolar dirigido por Estados Unidos. El cambio climático emerge como una disrupción transversal en todas las dimensiones geopolíticas. La transición hacia un nuevo orden puede llevarnos a un escenario marcado por el conflicto y la fragmentación económica, o a otro de cooperación a nivel multipolar.

Los frentes abiertos en la escena geopolítica actual son múltiples y, por lo general, interconectados entre sí. Entre los más relevantes se encuentran:

  • Conflictos bélicos. La guerra en Ucrania, la inestabiidad en Oriente Medio y la posibilidad de un conflicto entre Estados Unidos y China por Taiwán.
  • Cambios en alianzas y esferas de influencia. La creciente polarización de preferencias de modelo económico, valores fundamentales y sistemas políticos
  • Fragmentación económica y financiera. La creciente polarización de preferencias de modelo económico, valores fundamentales y sistemas políticos.
  • Supremacía tecnológica. La competencia entre Estados Unidos y China, en desarrollo militar e inteligencia artificial, con la industria de semiconductores en el epicentro, además de en la industria automotriz y de soluciones para la transición verde.
  • Uso de las materias primas como arma económica. Ejemplos recientes incluyen el gas y el petróleo rusos, así como la creciente importancia de los minerales críticos para la transición energética y el desarrollo tecnológico.
  • Movimientos disruptivos internos. Las elecciones presidenciales de 2024 en Estados Unidos, donde una vuelta de Trump es -con las últimas encuestas en la mano- el escenario más probable, y el auge de opciones euroescépticas en la UE - en primera plana con las elecciones legislativas francesas, en plena resaca de las elecciones al Parlamento Europeo - pueden dificultar la cooperación y elevar la tensión.

Estos factores no solo alteran el equilibrio geopolítico, sino que también impactan en la economía global y las finanzas públicas. Preocupa, en especial, la posible disrupción a medio plazo asociada a niveles de endeudamiento público muy elevados.

Deuda pública: niveles históricamente elevados y retos futuros

La deuda pública se ha incrementado a niveles sin precedentes en casi todas las economías, impulsada por la pandemia y la guerra en Ucrania. Las proyecciones para lo que resta de la década no son alentadoras: se espera que la ratio de deuda sobre el PIB aumente del actual 110% al 127% en economías avanzadas y del 69% al 80% en economías emergentes. Este aumento está liderado por países como Estados Unidos y China. La inflación elevada y volátil y las crecientes necesidades de gasto público derivadas de una población envejecida y un bajo crecimiento de la productividad, sumado a un complejo panorama geopolítico, plantean serias preocupaciones sobre la sostenibilidad de la deuda pública a medio plazo.

El rol de los tipos de interés y la política monetaria

Los tipos de interés son cruciales para definir el coste de la deuda. Entre 2014 y 2021, los tipos históricamente bajos permitieron a los gobiernos financiar su déficit y refinanciar la deuda con relativa facilidad. Sin embargo, esta facilidad se está agotando. Se anticipan niveles de equilibrio más elevados para los tipos de interés reales, una inflación más elevada y volátil, y crecientes necesidades de gasto público. La estructura de tenedores de deuda también está cambiando: los inversores oficiales no residentes están reduciendo su rol, mientras que los inversores privados con mayor sensibilidad al precio, como los hedge funds y fondos de pensiones, ganan protagonismo en la determinación del coste de la deuda.

La influencia de la geopolítica en la deuda pública

El entorno geopolítico referido anteriormente influye de forma relevante en la deuda pública. El aumento del gasto en defensa y la transición energética son solo algunos de los factores que incrementan la presión sobre las finanzas públicas. La posibilidad de una prima de riesgo fiscal más alta y volátil puede incidir de forma recursiva sobre el coste de financiación de la deuda. La capacidad de la deuda pública para preservar su valor en términos reales podría ponerse en entredicho, especialmente si las pérdidas acumuladas desde 2021 en bonos a largo plazo continúan erosionando la confianza en estos activos.

Medidas necesarias y retos políticos

Frente a este complejo panorama, los gobiernos deben actuar con decisión y celeridad. Las acciones necesarias incluyen ajustes fiscales graduales pero firmes, reformas estructurales que contengan la presión del gasto en sanidad y pensiones, mayor transparencia y políticas fiscales orientadas a la innovación y el crecimiento de la productividad. Un mayor crecimiento económico es esencial para reducir la carga de la deuda a largo plazo. Sin embargo, estas decisiones requieren valentía política y pueden ser impopulares, especialmente en ausencia de crisis inmediatas.

La inacción puede aumentar la presión de los inversores si se pierde la confianza en la capacidad de los gobiernos para refinanciar la deuda. Las soluciones temporales y los parches pueden agravar la erosión de la deuda como depósito de valor estable, reduciendo el rango de posibles soluciones no radicales.

Conclusión

Ilustrar y enriquecer el debate para mejorar la toma de decisiones de hogares, empresas, gobiernos, bancos centrales e instituciones internacionales es una necesidad. Solo a través de una comprensión profunda de los desafíos a los que nos enfrentamos y de la toma de acciones decididas podremos navegar hacia un futuro más estable y próspero.

José Manuel Amor, socio director de Análisis Económico y de Mercados de Afi