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La importancia de las palabras

Junio de 2024

El pasado 14 de mayo conocíamos el informe final de la ESMA (European Securities and Markets Authority) con las directrices para el uso de términos relacionados con la sostenibilidad en el nombre de los fondos de inversión.

Con este informe, al cual precede una consulta pública elaborada por la propia ESMA en 2022, la institución pretende orientar a las sociedades gestoras en la utilización de nomenclatura específica sobre sostenibilidad, así como evitar que los nombres de los fondos den lugar a confusión o se lleven a cabo prácticas de greenwashing (también conocido como "eco-blanqueo").

La industria de gestión de activos ha sido pionera dentro del sector financiero en la promoción de la inversión sostenible. Sin embargo, un concepto que inicialmente solo reconocía una o dos estrategias de inversión (fundamentalmente las exclusiones y las estrategias best-in-class), en la actualidad ha pasado a integrar un número mucho más elevado (promoción de características sostenibles, inversión de impacto, estrategias de transición climática, net zero, etc.). A pesar de contar con normativas en materia de publicidad para garantizar la protección del consumidor, en el ámbito de la inversión sostenible no existía una legislación que regulase esta problemática, por la falta de consenso en la propia definición de "inversión sostenible".

Más allá de la identificación de los términos, en las directrices propuestas, la ESMA también busca regular el grado de exposición de la cartera a aquellos activos que cumplen con esas particularidades. Es decir,

Además de estos porcentajes, el informe remarca la importancia de los términos "transición" e "impacto", y establece unos requisitos adicionales para los fondos que deseen utilizarlos. En ambos casos, la recomendación reside en la necesidad de evidenciar dichos objetivos de manera cuantitativa y objetivo. Es concreto las directrices señalan que los fondos que hagan referencia a estos términos tendrán que demostrar que se encuentran en un camino claro y medible hacia la transición social y/o medioambiental; y que realizan un impacto social y/o medioambiental positivo y medible, respectivamente.

Estas guías son muy relevantes en la medida que siguen existiendo ciertas barreras que impiden el acercamiento de los inversores, especialmente aquellos menos especializados, a la inversión sostenible. Por tanto, resulta imprescindible buscar una simplificación de la terminología al mismo tiempo que se promueve el uso preciso de los términos.

Por último, hay que remarcar que nunca podremos delegar de manera absoluta la comprensión sobre la estrategia de inversión sostenible en el "título" o "nombre" del producto. Más allá de la aplicación de estas directrices, es fundamental continuar con la labor de divulgación por parte de la industria y del mercado, para que determinados conceptos se entiendan bien, y la inversión sostenible termine siendo mayoritaria.

Claudia Antuña, socia de Afi