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TAX&TRANS I: Taxfobos y Transfilos

Febrero de 2024

Bienvenidos a la serie de este año, que lleva por título genérico "TAX&TRANS", es decir, que vamos a escribir de impuestos y transferencias; el ovillo en el que se enzarzan todos los debates que interesan, y algunos de los que no interesan nada, sobre la cosa pública.

Luego les cuento lo del título específico de esta primera entrega. Ahora quiero ir a campo aperto para entonar el Mandamiento Cero de la fiscalidad: reddite [ergo] quae sunt Caesaris Caesari.

Es decir: [pues] dad al César lo que es del César. Los del plan antiguo sabemos lo que esto significa y por qué.

Pero no se trata de traer aquí (que también) una solapada reivindicación de las fuentes clásicas, ni de los argumentos de autoridad, aunque estas palabras, en su lengua, las pronunció el mismo Jesucristo cuando los abogados del diablo le preguntaron por qué había que pagar impuestos (al César, claro). El César, con esos impuestos, hacía varias cosas, entre otras darle al pueblo romano, en todo el orbe a su alcance, pan y circo.

Ha llovido mucho desde entonces. Si alguien pudiese calcular los impuestos pagados por los desgraciados contribuyentes a lo largo de la historia hasta hoy y lo que la sociedad ha recibido a cambio de esos impuestos nos llevaríamos alguna sorpresa. No se crean que el balance serían excedentes masivos para las clases extractivas (que también), porque desde tiempo inmemorial hasta hoy (y lo que te rondaré) (unos 226 billones -trillions- de dólares para 2021; esto se lo debo a copilot.microsoft.com). Y eso sin contar quitas escandalosas incalculables.

Bueno, pues lo primero que quiero decir, así, de mi cosecha, es que en la práctica, los "transfilos" (literalmente: los amigos de las transferencias) superan de calle a los "taxfobos" (literalmente: los enemigos de los impuestos). Sí, ya sé que no les descubro nada nuevo, pero es lo que sale, como decían algunos de mis antiguos alumnos cuando les preguntaba de dónde sacaban ciertos resultados.

Seguro que incluso hay personajes que encarnan a la vez estos dos roles, puede que muchos más de lo que imaginamos. Hay muchas personas a las que, a la vez, le gustan las transferencias que reciben y odian los impuestos que deben pagar. Seguro que tienen sus razones.

En fin, que serie TAX&TRANS 2024 va de impuestos y transferencias. Por ejemplo, me gustará explorar (coloquialmente, no esperen ensayos) temas como el impuesto negativo sobre la renta, las balanzas fiscales, la psicología de la Administración Tributaria (si es que la tiene) o los casos señalados en los que las autoridades fiscales y los contribuyentes se enzarzan hasta la extenuación... de ambos.

Para terminar esta presentación, y puesto que este número de Empresa Global está dedicado a las catástrofes, voy a sugerir seriamente la creación de un nuevo impuesto (que, en realidad es un seguro obligatorio): un impuesto para afrontar las catástrofes girado sobre la renta nacional neta (de todos otros impuestos, una sola base consolidada), del 0,05%. Ello, grosso modo, recaudaría 4.500 millones de euros al año (precios constantes). Toda esta recaudación anual se capitalizaría indefinidamente y no podría utilizarse por primera vez hasta pasados cinco años, con retiradas limitadas cuantitativamente y justificadas debidamente por la ocurrencia de catástrofes en el país o fuera de él. Para una renta neta anual de 30.000 euros, ese 0,05% representaría sólo (sí, sólo, ¡qué pasa!) 150 euros. Lo que les digo, una prima de seguro social contra catástrofes de 12 euros y medio al mes.

José Antonio Herce, socio de LoRIS