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GPT VII: despoblación

Noviembre de 2023

Según GPT-3.5, "el éxodo rural en España comenzó en el siglo XIX, pero se intensificó durante el siglo XX. A lo largo de estos dos siglos, se produjeron varios factores que contribuyeron a la migración de la población rural a las áreas urbanas y a la despoblación de muchas zonas rurales. Algunos de los factores clave incluyen la Revolución Industrial, la Guerra Civil y la Posguerra, la modernización agrícola, el desarrollo económico y la urbanización, las políticas de desarrollo regional. Estos factores, junto con otros, contribuyeron al éxodo rural en España y a la disminución de la población en muchas áreas rurales. La despoblación y el envejecimiento de la población en estas zonas continúan siendo desafíos importantes en la actualidad."

En realidad, menciona la revolución industrial como un factor que durante todo el siglo XIX, en el conjunto de Europa, atrajo población rural a los extrarradios de las ciudades industriales emergentes. Esto no sucedió exactamente en España, donde la industrialización apenas cuajó en Vizcaya y Barcelona entre finales del XIX y principios del XX, y sólo lo hizo con generalidad, pasada la primera mitad del siglo XX, justamente a causa de las políticas industriales en cabeceras provinciales seleccionadas por la planificación indicativa de la época, a las que correctamente alude la máquina.

En 1900, la tasa de urbanización (porcentaje de la población que vive en ciudades de más de 10.000 habitantes) de la población española era del 31,83% y en 1950 se situaba apenas una décima por encima del 50%. Hoy se supera el 80% en un proceso de migración rural que se concentró específicamente en los años 1950-1975 cuando algo más de 3 millones de personas abandonaron el ámbito rural para trasladarse al urbano, el 10% de la población media del periodo. Téngase en cuenta además que en el periodo 1900-2023 la población española ha pasado de 18,8 millones a los más de 48 millones actuales.

Las migraciones rurales masivas de los años cincuenta y sesenta fueron de la mano del plan de modernización de la economía española y el desarrollismo y atrajeron una enorme atención en medios sociales y académicos, pero el que podríamos denominar "problema de la despoblación" ha calado hondo en el imaginario popular desde que una saga literaria portentosa popularizara las historias de lugares (y las personas que los habitaban) en el límite de la desaparición física y funcional. Las dos obras cumbre que, a mi juicio, ciñen esta toma de conciencia del problema que es la despoblación son "La lluvia amarilla" de Julio Llamazares (1988) y "La España vacía" de Sergio del Molino (2016). La segunda de estas referencias, en concreto, aglutinó los esfuerzos y despertó la conciencia y el movimiento social en la lucha contra la despoblación.

Para el GPT-3.5, que califica estas obras como señeras, hay dos referencias anteriores que no dejan de ser muy significativas: "Tierra sin pan", un sobrecogedor documental de Luis Buñuel realizado en 1933 en el que se narra la cruda y profunda miseria y el abandono de Las Hurdes, una comarca al norte de Extremadura en la atrasada España del primer tercio del siglo pasado, y "Nada", una soberbia novela realista con la que Carmen Laforet obtuvo el Premio Planeta en su primera edición en 1945. En "Nada" se narra el desarraigo que estaba provocando ya el éxodo rural a mediados de los años cuarenta del siglo pasado en el extrarradio de las grandes ciudades españolas. Y añado, pero no se la pierdan, la soberbia película "Surcos" de José Antonio Nieves Conde (1951), del mejor corte neorrealista que se pueda encontrar en la filmografía europea de la época.

El "problema de la despoblación", nos dice GPT-3.5, consiste en una combinación de elementos: (i) el envejecimiento de la población, (ii) la pérdida de servicios esenciales y oportunidades de empleo, (iii) la disminución de la infraestructura (falta de inversión pública), (iv) la pérdida de diversidad cultural y demográfica, (v) las dificultades económicas (falta de inversión empresarial y oportunidades de empleo), (vi) las amenazas medioambientales (gestión de recursos y abandono de tierras), (vii) dificultades de acceso a servicios de salud y educación y (viii) la pérdida de poder político y representación.

Las soluciones no parecen fáciles. Después de años de activismo de base en los que cientos de pequeños colectivos y asociaciones, incluso contando con apoyos institucionales y corporativos de cierta relevancia, los resultados son muy magros. Cuesta ver las cifras de población rural remontar en las estadísticas oficiales. Y eso que la frontera de 10.000 habitantes, que se utiliza para separar las áreas rurales de las urbanas deja de tener relevancia cuando hablamos de lugares de menos de 100 habitantes que son los que jaspean con cada vez mayor incidencia la superficie de la España despoblada.

Preguntado sobre la validez hoy de este dudoso criterio estadístico, GPT-3.5 dice cosas como las siguientes (texto entresacado de su respuesta): la definición de la tasa de urbanización generalmente no se relaciona directamente con una barrera específica de 10.000 habitantes... los criterios para considerar una zona como urbana o rural pueden variar de un país a otro... y, a menudo, se basan en factores como la densidad de población, la infraestructura, el acceso a servicios y otros indicadores... la noción de una barrera de 10,000 habitantes podría ser relevante en un contexto específico, como en la planificación urbana o regional, pero no se utiliza comúnmente en la definición general de la tasa de urbanización.

La verdad, no me lo esperaba. Puntazo.

José Antonio Herce, socio de LoRIS