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GPT VI: La mejor sanidad del mundo

Octubre de 2023

En junio de 2000 la Organización Mundial de la Salud, entonces dirigida por la popular Gro Harlem Bruntland, publicaba por primera vez el ranking mundial de los sistemas sanitarios en el que la sanidad española (pública, directa y concertada y privada, asegurada y libre) figuraba en séptimo lugar después de (por este orden) Francia, Italia, San Marino, Andorra, Malta y Singapur. Con un gasto que incluso podía considerarse muy moderado, nuestro país alcanzaba excelentes indicadores de salud, como la esperanza de vida libre de discapacidades o una distribución universal de la atención sanitaria, entre otros.

En el año 2000 España tenía una población de 40,5 millones de habitantes y la sanidad pública (incluida la concertada) gastaba unos 31,4 mil millones de euros equivalentes al 4,85% del PIB y el 71,36% de todo el gasto sanitario del país (el gasto privado era de unos 12,6 mil millones, otro 1,95% del PIB).

Hoy rozamos los 48 millones de habitantes y en 2022 el gasto sanitario público alcanzaba unos 97,8 millardos de euros equivalentes al 7,37% del PIB de ese año manteniendo una participación del 70,43% del gasto sanitario total del país, con el gasto sanitario privado concentrando otros 41 mil millones de euros, el 3,09% del PIB. En total,

España sigue teniendo algunos de los mejores indicadores de salud del mundo, especialmente el que se refiere a la esperanza de vida a cualquier edad. Este indicador, en particular, era de 79,34 años al nacimiento (unisex) y de 18,74 años a los 65 años (unisex) en 2000, mientras que en 2021 había aumentado a 83,07 (al nacimiento) y 21,15 años (a los 65 años, ambos unisex), a pesar de la fuerte incidencia de la Covid-19. La esperanza de vida depende decisivamente de tres factores: un sistema de salud generalizado, los estilos de vida y, en menor medida, la genética.

La OMS ya no publica su ranking, pero el impacto que causó durante las dos décadas transcurridas desde entonces ha mantenido en el imaginario colectivo español la idea de que el Sistema Nacional de Salud de nuestro país sigue siendo "uno de los mejores del mundo". Con dos salvedades que no se le habrán escapado al lector: (i) el impacto de la Covid-19, que ha sido universal, no obstante, y la sensación también extendida entre muchos de que la sanidad española se ha deteriorado de manera relevante, especialmente en las listas de espera y los menores recursos humanos afectados.

No es sencillo encontrar hoy unanimidad en un ranking de este tipo. El más comparable al que utilizó la OMS en su día es el denominado "CEOWorld Magazine´s Whealth Care Index", que sitúa al SNS español en el puesto 26, entre los de Francia y el Reino Unido. En este índice aparecen Taiwán, en primer lugar, seguida de Corea. Aunque no son estrictamente comparables, cuesta visualizar un descenso tan acusado, atribuido a los subíndices de tiempo de espera y escasez relativa de recursos humanos, a pesar del magnífico desempeño de los subíndices de calidad profesional, combinación público/privada, coste, infraestructura, universalidad y otras destacadas cualidades generales del sistema español. Otro índice de interés es el "Best Healthcare in the World" del Think Tank "wisevoter" en el que se sitúa al SNS español en el lugar 31.

Para despejar las dudas que suscitan esta multiplicidad de indicadores de distintas fuentes, aunque similar metodología, preguntamos al respecto a ChatGPT, quien no duda ni unos segundos en responder a la pregunta ¿cuál es el mejor sistema de salud del mundo? mediante un rotundo...

No hay un único "mejor" sistema de salud en el mundo, ya que la evaluación de un sistema de salud depende de una variedad de factores, incluyendo la calidad de la atención médica, la accesibilidad, la equidad, la eficiencia y la satisfacción del paciente. Diferentes países tienen enfoques diferentes para la atención médica, y lo que puede funcionar bien en un lugar puede no ser adecuado en otro debido a diferencias en la cultura, la economía y las necesidades de la población.

Aunque no deja de mencionar en su respuesta que:

Algunos países con sistemas de salud altamente valorados incluyen a Suecia, Suiza, Alemania, Canadá y Australia, entre otros.

Claramente, en esta respuesta se muestra una preferencia por los sistemas de países "occidentales", especialmente europeos. Pero en los rankings antes mencionados se alternan en los dos primeros lugares los sistemas de Taiwán y Singapur.

Respecto al SNS español, la máquina se pronuncia con el consabido cuidado, aunque no deja de mencionar aspectos críticos en vigor como las listas de espera, la presión asistencial agudizada por la Covid-19, las desigualdades regionales (los diecisiete sistemas y la descoordinación subsiguiente), la financiación y personal insuficientes o el envejecimiento de la población. Al tiempo que destaca algunos aspectos positivos como la cobertura universal y la calidad de la atención médica.

ChatGPT, por otra parte, no constata la existencia de actuaciones o planes oficiales tendentes a la privatización de la sanidad, cuando dice, preguntado sobre la materia, que

Hasta mi última actualización en septiembre de 2021, no existía un plan oficial ni una decisión a nivel nacional para privatizar completamente el sistema de salud en España. Sin embargo, es importante tener en cuenta que la gestión de algunos servicios de salud puede variar en función de la comunidad autónoma. Algunas regiones pueden utilizar colaboraciones público-privadas en ciertos aspectos de la atención médica, como la construcción y gestión de hospitales. Estas colaboraciones pueden generar debate y controversia, ya que algunos argumentan que podrían abrir la puerta a una mayor privatización de la atención médica.

Creo que los datos y observaciones que se comentan en esta tribuna son suficientemente relevantes como para que emerja un debate social e institucional sobre las orientaciones de la sanidad española en los próximos años.

Un sistema que, en el ecuador del periodo democrático español era ya excelente, razonablemente equilibrado, apoyado en un cuadro profesional de gran calidad y motivación, se encuentra hoy, como en muchos otros países, luchando contra la escasez de recursos y las crecientes necesidades diferenciales de una población también crecientemente envejecida.

Un sistema inmerso también en un debate cultural divisivo que amenaza con destruir los logros del equilibrio mencionado: público (directo y concertado) y privado (asegurado y libre), dos patas necesarias para lograr simultáneamente la eficiencia y la universalidad. Sin olvidar un cuadro profesional muy motivado y muy bien formado, abatido, sin embargo, por algo que, si no raya en la desconsideración general, le queda muy cercano, a pesar de las buenas palabras.

José Antonio Herce es socio de LoRIS