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Los depósitos ni se tocan ni se remuneran

Julio de 2023


El depósito bancario sigue siendo una de las opciones preferidas del ahorrador, es decir, de aquel agente cuya prioridad es evitar cualquier riesgo, aunque ello implique una menor rentabilidad. Frente a otras alternativas también consideradas seguras como la deuda pública o los fondos de inversión monetarios, los depósitos persisten como el producto más demandado.

Acaso porque la compra de bonos emitidos por un tesoro nacional puede implicar trámites más o menos engorrosos, invertir en Letras, bonos y obligaciones de forma directa queda para "ahorradores sofisticados". Y respecto a los fondos de inversión, las comisiones, así como algunas malas experiencias provocan que su uso no sea, ni mucho menos, mayoritario. Porque insistimos en que nos estamos refiriendo al ahorrador, es decir, aquella persona que no quiere ningún tipo de susto, que quiere una operativa sencilla y que se deja llevar por el "efecto arrastre", por replicar lo que hace la mayoría pensando que está haciendo lo correcto, algo muy común en finanzas, como bien nos dice la economía del comportamiento.

Que los depósitos bancarios sean el principal colector del ahorro tiene enormes implicaciones para la arquitectura financiera de una economía y para el papel que deben jugar las entidades crediticias. Son un pilar clave. Si el ahorro (o una parte importante) solo va a los bancos, solo estos pueden canalizarlo a la economía a través del crédito. Solo ellos pueden ser los principales agentes de la intermediación del ahorro. En consecuencia, serán las entidades de crédito las que "deban" asumir riesgos con los recursos que captan de sus clientes vía depósitos. Y entre esos riesgos destacan el de crédito (la posibilidad de que impague el prestatario), el de tipo de interés (que ante variaciones de estos fluctúe el valor de mercado de los activos que han adquirido) y el de liquidez (que los clientes quieran reembolsar en masa sus depósitos).

A estas alturas y, en especial, a un lector de Empresa Global, no tenemos que recordarle ni la crisis financiera de 2008 ni cómo varios bancos quebraron (o deberían haber quebrado) por la materialización del riesgo de crédito o de mercado, ni la más reciente caída de Silicon Valley Bank o First Republic.

Pero sí le vamos a pedir que se ponga en la piel de un ahorrador que ha materializado su inversión en depósitos bancarios (acaso usted sea uno de ellos). Y vamos a suponer que, por una inadecuada gestión del banco por parte de los directivos, o por una incorrecta actuación de los auditores o por un fallo en la supervisión de la autoridad competente, la entidad en la que tiene el depósito quiebra. ¿De verdad cree que es justo que un ahorrador, que solo buscaba seguridad, pierda su dinero por ello?

Algunos contestarán que esas son las normas y que así lo marca, incluso, la Ley (al limitar el saldo del depósito garantizado, situado dicho límite en 100.000 euros por depósito). Muchos depositantes le replicarán que no lo sabían o que no eran conscientes. "El desconocimiento de la ley no exime de su cumplimiento" será lo que le repliquen. A lo cual contestará: "Vale, de acuerdo. Perdón por no saber. Por cierto, ahora que ya sé que mi depósito no está seguro al 100% lo retiro inmediatamente". Porque, y he aquí una de mis tesis, los depósitos se mantienen porque el ahorrador tiene la percepción de que están asegurados en su totalidad, independientemente del importe. Hecho que, por otro lado, me parece justo. El ahorrador busca protección.

Que los depósitos deben estar 100% garantizados me parece justa por otro motivo. Como atienda a lo que dice los "eficientes" mercados financieros, tiene un problema. Apenas unos días antes de la quiebra de SVB y de First Republic, sendas entidades capitalizaban más que el valor de sus fondos propios. Los mercados no emitieron una señal de "depósito en riesgo: huye". No hay forma de contar con un indicador que advierta anticipadamente de que hay que retirar el depósito. No vale, por tanto, trasladar al titular de un depósito bancario la responsabilidad de tener que predecir una quiebra bancaria. O, al menos, eso es lo que yo defiendo.

Habría otro motivo por el que creo que hay una responsabilidad moral para garantizar los depósitos. Supongamos una empresa que tiene liquidez y que pretende destinarla a futuros proyectos de I+D+i o a la ampliación de su capacidad productiva. No quiere obtener una rentabilidad financiera de su liquidez, solo un sitio seguro en el que tenerla para cuando la necesite. De nuevo, por fallo en la gestión del banco, de su auditor o de la autoridad supervisora, el banco quiebra y se pierde el depósito. Los varios miles o millones de euros perdidos implican que la empresa también quiebre, despida a sus empleados y aborte los proyectos de I+D+i y de aumento de plantilla. A mí me parece una "faena moral" que se debe evitar. Frente al "riesgo moral", la "faena moral".

En conclusión, como economista y como asesor de patrimonios y gestor de carteras, defiendo que es imprescindible contar con un "puerto seguro" para la materialización del ahorro. Y creo que ese debe seguir siendo el depósito bancario. Porque, además, es la mejor vía para alimentar la imprescindible concesión de crédito a la economía real, como paso para que el PIB pueda crecer. ¿Qué pasaría si todo ese dinero fuera a dinero en efectivo y/o a Letras del Tesoro?. ¡No podemos prescindir del multiplicador monetario que suponen los bancos!

Por mucho que se pueda discrepar desde los entornos más expertos, la percepción generalizada entre los usuarios del depósito bancario es que está seguro al 100%, independientemente de su importe y de la cualificación técnica y conocimientos financieros de quien lo contrate. Y es que, además, debe ser así teniendo en cuenta el papel clave del depósito en el sistema financiero. Cualquier amago de que un depósito está en riesgo implicará una retirada masiva, lo que sería catastrófico para el sistema crediticio y para la economía. Hecha esta defensa del carácter seguro del depósito bancario, la acompaño de una justa réplica en términos de remuneración: 0,0%. Efectivamente, si el depósito es seguro en cualquier entorno, es una caja fuerte que no debería generar retorno. Aceptado que los depósitos no se tocan, la contrapartida es que no se remuneran. Si el ahorrador quiere rentabilidad, debe convertirse en inversor y eso implica asumir riesgos. De eso ya he hablado en otras ocasiones en Empresa Global recurriendo al FS2I (From Saver to Investor).

David Cano es socio director de Afi