Uso de cookies

Este sitio web solo utiliza cookies tcnicas propias obligatorias con la finalidad de hacer que su navegación sea segura.
Asimismo, utiliza cookies de terceros opcionales para hacer análisis estadístico de las visitas a la web y conocer su usabilidad.
Si desea más información o cambiar la configuración de su navegador, puede visitar nuestra Política de Cookies.
Pulse el botón "Rechazar cookies opcionales" o "Aceptar todas las cookies" para confirmar que ha leído y aceptado la información aquí presentada.

¿Es la IA social?

Abril de 2023

¿Puede ChatGPT acabar con la pobreza? ¿Ayudar a disminuir la desigualdad? Con estas preguntas decidí ser una más de los múltiples curiosos que se crea una cuenta para experimentar con ChatGPT.


Empiezo preguntando por la pobreza y la desigualdad, y cómo acabar con ellas. Las definiciones son impecables y el inventario de líneas de actuación está muy bien estructurado: promover el crecimiento económico, acceso a la educación, crear oportunidades de trabajo y acceso a servicios básicos, entre otras. Si bien no encuentro nada novedoso en la explicación, entiendo la desazón de algunos profesionales por su posible impacto en puestos de trabajo: periodistas, abogados y especialistas en marketing, por mencionar algunos, pero no son los únicos. El propio sector tecnológico sufrirá un importante impacto, especialmente los grandes centros offshore localizados en países como la India, Filipinas o México. ChatGPT aporta capacidades de programación importantes. De hecho, no son pocas las personas con las que he hablado que usan frases como "adiós a los grandes centros offshore en la India". El sector de las tecnologías de la información emplea casi 4,5 millones de personas en la India, representa el 8% del PIB y constituye el 45% de las exportaciones totales de servicios. Por supuesto, que una reducción brusca y significativa de la demanda de estos servicios en estos países emergentes, agravaría aún más las situaciones de pobreza y desigualdad.

ChatGPT entraña un importante cambio para el mundo del trabajo afectando a profesionales cualificados con titulaciones superiores que creíamos menos susceptibles de perder sus puestos de trabajo, o de sufrir un deterioro de sus condiciones laborales, y obliga a una importante reflexión y actuación desde las instituciones para atajar el posible incremento de la brecha de desigualdad y el ensanchamiento de la precarización del mercado de trabajo. Tomo prestada la frase genial de Emilio Ontiveros "la desigualdad no es rentable" y, añado, la igualación por abajo nos llevaría de vuelta a tiempos oscuros.

ChatGPT entraña consideraciones éticas, ¿estamos reproduciendo y globalizando sesgos? ¿deberíamos señalizar claramente los productos generados por la inteligencia artificial? ¿si se produce en un momento dado resultados no deseados se estará sujeto a leyes y quien será penalizado por ello? ¿debemos pensar en un nuevo reparto de los ingresos ante la reducción de puestos de trabajo? ¿cómo reorientar la formación de los jóvenes a salidas profesionales más adaptadas a la nueva realidad?

y, aunque no fuera así, "no se puede poner puertas al campo". Lo que hay que hacer es trabajar en aprovechar la potencia de esta nueva tecnología y en minimizar los efectos colaterales.

Trabajar en la implementación de nuevos modelos de trabajo y la interacción de los profesionales con estas tecnologías.

Hacer accesible la educación a los más desfavorecidos e incorporar el conocimiento de estas herramientas como parte del proceso de alfabetización colectiva.

Promover adaptaciones legislativas desde las instituciones y medidas para mitigar los efectos sociales.

Hacer nuestra propia reflexión sobre qué aportamos como profesionales en este nuevo escenario, y qué acciones debemos llevar a cabo para seguir aportando valor.

ChatGPT está de moda y es impresionante, pero hay que hablar más de lo que importa y ponerse manos a la obra.

Adriana Scozzafava es directora de Fundación Afi Emilio Ontiveros