Próxima parada: ahorro energético
Octubre de 2022Durante los últimos meses, la factura energética se ha convertido en una preocupación de primer orden para hogares y empresas. El precio del megavatio hora en el mercado mayorista, antes ausente de los boletines de noticias, se ha convertido en un indicador comentado prácticamente a diario por los medios generalistas. No en vano, estos precios que antes de la pandemia rondaban los 45-50 euros por megavatio/hora se han multiplicado por cuatro (el gas natural ha multiplicado su precio por diez en menos de un año), poniendo en jaque la estructura de costes de diversas ramas industriales y obligando a apretar el cinturón de los ya ajustados presupuestos familiares. Las perspectivas no permiten ser complaciente. Un reciente estudio publicado por Goldman Sachs (The Energy Affordability Crisis: Quantification, Solutions, Implications) alerta que las facturas de electricidad y gas de las familias europeas podrían alcanzar niveles sin precedentes a principios de 2023 si se mantiene la senda de evolución actual de los precios energéticos.
En este contexto, los gobiernos de los Estados miembros de la Unión Europea han adoptado planes de contención de la demanda energética, a la vez que se han tratado de diversificar al máximo las fuentes de suministro alternativos a Rusia. España no ha sido la excepción. El Gobierno ha diseñado distintas medidas entre las que destaca el decreto de ahorro energético aprobado el pasado agosto. Entre otras cosas, este documento obliga a empresas, locales comerciales y edificios públicos a racionalizar los umbrales de temperatura en los sistemas de climatización (a 27 grados en verano y a 19 grados en invierno) y a apagar las luces de escaparates y edificios públicos desocupados a partir de las 22:00 h. Más allá de los detalles, el objetivo general de las medidas contenidas en este decreto (que estarán en vigor, como mínimo, hasta el 1 de noviembre de 2023) es cumplir con el compromiso suscrito con la Unión Europea para reducir el consumo de gas de los estados miembros un siete por ciento respecto a su nivel actual.
Asimismo, se prevé la puesta en marcha de medidas adicionales (nuevo plan de contingencia) que faciliten la reduccion del consumo en ámbitos como el industrial, muy afectado por esta escalada en su estructura de costes. Las empresas electrointensivas podrán participar en subastas de respuesta rápida con el objetivo de facilitar la gestión de la red aplicando reducciones temporales de su demanda eléctrica. En el ámbito de los hogares también se contempla introducir mejoras en la información que reciben los particulares sobre la factura de la luz, facilitando referencias que permitan la comparación con otros consumidores vecinos (pudiendo acceder, por ejemplo, a información sobre el consumo medio que registran los hogares situados en el mismo código postal).
En definitiva, ha llegado la hora de asumir que el patrón de consumo energético que Europa venía manteniendo en las últimas décadas ha llegado a su fin. Esto no tiene por qué ser necesariamente negativo o implicar, en palabras de Macron un "fin de la abundancia". Al contrario, podemos estar ante una oportunidad para resolver, o por lo menos mitigar sensiblemente, problemas estructurales que, a fuerza de postergarse, han lastrado la competitividad de las empresas y la renta disponible de los hogares en Europa durante demasiado tiempo.