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El capital natural

Mayo de 2022

El pasado 22 de abril se celebraba el día de la Tierra. Un día que tiene su origen hace más de 50 años cuando en 1970 millones de personas en Estados Unidos salieron a la calle para rechazar la destrucción masiva e indiscriminada que se estaba ejerciendo sobre el planeta y sus recursos naturales. Este hito se consolidó años más tarde, en 1992, en la "Cumbre de la Tierra" celebrada en Río de Janeiro, en el marco de las Conferencias de las Naciones Unidas. Este coloquio tenía como objetivo poner de manifiesto la importancia de considerar los aspectos ambientales en la concepción de un desarrollo económico y social sostenible a largo plazo. Por primera vez, se reconocía la necesidad de integrar aspectos económicos, sociales y ambientales en la definición de una agenda para la cooperación internacional y desarrollo económico.

Fruto de estos movimientos, hoy en día podemos hablar del concepto de capital natural. El capital natural se define como aquel stock de recursos naturales (suelo, aire, agua, bosques, seres vivos, etc.) que proporciona un flujo de beneficios para las personas y la economía, a través de los conocidos "servicios del ecosistema".

Sin embargo, y a pesar de los esfuerzos que a través de distintas iniciativas se han ido haciendo a lo largo de la historia, hoy en día, algunos expertos siguen criticando la invisibilidad del capital natural en la concepción de la economía. Por ejemplo, en el informe sobre economía y biodiversidad publicado por el profesor Partha Dasgupta [1], de la Universidad de Cambridge, se expone como , y el impacto que esto tiene sobre la capacidad de generación futura.

Recordemos que, históricamente, el crecimiento del capital producido ha sido a expensas del capital natural. Y, por tanto, ha sido también a expensas de países ricos en estos recursos, muchos de los cuales se han quedado atrás en la distribución de beneficios en forma de desarrollo, y han sufrido el agotamiento del capital natural y el consecuente aumento de las desigualdades sociales. Las crecientes presiones sobre la naturaleza, por ejemplo, el cambio climático y la pérdida de biodiversidad, están degradando los ecosistemas de los que dependen nuestras economías, lo cual conlleva riesgos reales e inmediatos para las empresas y el conjunto del sistema económico-financiero.

Por tanto, la naturaleza debe entenderse como un punto clave en la economía, y debe estar presente en las decisiones financieras globales.

En 2012, algunos actores del sector financiero daban pasos para reconocer la importancia y dependencia de las organizaciones en relación a los recursos naturales, y expresaban como el sector financiero debía convertirse en un actor clave en la conservación del capital natural. Así, nacía la Declaración del Capital Natural, un llamamiento que comprometía a bancos, inversores y compañías de seguros a integrar las consideraciones y coste del capital natural en sus respectivas operaciones.

No obstante, unos de los hitos más esperados y con mayor repercusión internacional, llegaba hace tan sólo unas semanas: la publicación de la primera versión del TNFD (Task Force on Nature-related Financial Disclosures). Esta iniciativa lanzada a mediados del 2020, y al igual que su homólogo vinculado a Cambio Climático (Task Force on Climate-related Financial Disclosures, TCFD) nace con la vocación de ofrecer recomendaciones y orientación sobre la divulgación de riesgos y oportunidades relacionados con la naturaleza. En esta primera versión, el TNFD ofrece una serie de conceptos y definiciones clave basadas en la ciencia, que buscan ayudar a los participantes del mercado financiero a reconocer y comprender los riesgos y oportunidades relacionados con la naturaleza. También, presenta una serie de recomendaciones de divulgación, en línea con el TCFD, y señala las pautas para la integración de las consideraciones del capital natural en los procesos de gestión de carteras y riesgos financieros.

Este primer escrito se encuentra actualmente en consulta pública, y se espera que su versión final se encuentre lista para septiembre de 2023.

En definitiva, recordemos, como dice el profesor Dasgupta, que "el crecimiento económico y el desarrollo verdaderamente sostenibles significan reconocer que nuestra prosperidad a largo plazo depende de reequilibrar nuestra demanda de bienes y servicios de la naturaleza, con la capacidad de ésta para suministrarlos".


[1] The Economics of Biodiversity: the Dasgupta Review, February 2021


Claudia Antuña es socia de Afi