Emprendiendo desde la necesidad (y la oportunidad)
Abril de 2025
Durante la primera mitad del siglo XX, AlmerÃa habÃa estado en el último puesto del ranking provincial en cuanto a la renta familiar bruta disponible por habitante. La escasa actividad económica y la falta de oportunidades laborales habÃan provocado un éxodo masivo de población, lo que llevó a que el número de habitantes existente en 1910 no se recuperase hasta bien entrada la década de 1970. Durante ese periodo, solo otras dos provincias habÃan perdido población: Cuenca y Guadalajara.
En los años sesenta, ante el retraso socioeconómico que sufrÃa y las posibilidades de aprovechar las oportunidades que estaban surgiendo con la puesta en marcha de nuevos regadÃos y la apertura de nuevos mercados, un grupo de personas se movilizó para intentar crear una entidad financiera local que pudiese facilitar los recursos económicos que necesitaban los emprendedores de la época para la puesta en marcha de nuevas empresas. Se crea de esta forma la entonces denominada Caja Rural de AlmerÃa, hoy Cajamar Caja Rural, y se empiezan a financiar las primeras estructuras invernadas y proyectos locales de comercialización.
El desarrollo de los primeros años fue lento pero progresivo. Los frenos seguÃan siendo la escasez de recursos que se podÃan poner a disposición de los empresarios y la lenta apertura y consolidación de los mercados donde se podÃan vender las hortalizas.
A mediados de los años setenta el sector empieza a coger impulso y la propia Caja Rural consigue sus primeros beneficios significativos, que iban a ser invertidos en la creación de un centro experimental que contribuyese a la adaptación de las tecnologÃas que podÃan llegar desde cualquier parte del mundo y a la generación de soluciones tecnológicas propias.
Surge de esta forma la Estación Experimental de Cajamar en el paraje de Las Palmerillas como un lugar que tenÃa que ser capaz de explorar las mejores prácticas que existiesen en otras partes del mundo, tenÃa que probarlas y trasladar al agricultor aquellas que realmente fuesen rentables.
Aquel momento supuso un cambio cualitativo muy relevante para el devenir del sector agrario almeriense. Desde entonces hay una clara apuesta por la innovación como factor diferencial de competitividad. El primer efecto de dicho cambio es que se empieza a generar una cultura abierta a la innovación entre los pequeños agricultores que cultivaban unos pocos miles de metros cuadrados. Cualquier nueva tecnologÃa que llegase al campo iba a ser rápidamente adoptada y, lo que es más importante, mejorada permanentemente con las modificaciones que realizaban los propios agricultores.
Probablemente, gracias a esta cultura, el sector agrario no ha parado de crecer hasta llegar a cultivar más de 33.000 hectáreas por, aproximadamente, 13.000 agricultores. Conjuntamente producen casi 4 millones de toneladas de hortalizas, cantidad que supera en más de un 7% la producción total de Alemania y en más de un 50 % la de Grecia y Portugal.
Dado el dinamismo y la permeabilidad hacia las nuevas tecnologÃas, durante los últimos años, se han venido instalando empresas de la industria auxiliar de la agricultura para el desarrollo de nuevos productos y soluciones tecnológicas sabiendo que disponen de un excelente living lab donde probarlos y, a partir de ahÃ, exportarlos hacia otras regiones productoras en cualquier parte del mundo.
En este sentido, AlmerÃa se ha convertido en el centro de referencia mundial para las tecnologÃas de producción agraria.
Aprovechando el ecosistema existente y la imagen internacional de la horticultura protegida de AlmerÃa, desde Cajamar Caja Rural decidimos poner en marcha una nueva iniciativa con la que queremos consolidar el desarrollo económico regional que desborda hacia otras provincias vecinas hasta constituir lo que podrÃamos denominar la región agroalimentaria del sureste español.
Iniciamos el nuevo proyecto, Cajamar Innova, en 2018 y acogimos a las primeras startups en 2021. PonÃamos asà en marcha una aceleradora de proyectos empresariales con objeto de apoyar nuevas tecnologÃas que contribuyesen a buscar soluciones para algunos de los principales retos que vamos a tener como humanidad. Especialmente en el ámbito de la gestión sostenible de los recursos hÃdricos y en técnicas que mejoren la producción de alimentos con un uso mucho más eficiente de los recursos.
En las cuatro convocatorias que hemos realizado hasta ahora, se han recibido más de 500 solicitudes de participación, de las cuales el 25 % proceden de fuera de España. Durante este tiempo hemos seleccionado y acompañado a un total de 73 empresas que, en muy poco tiempo, han sido capaces de crear más de 210 puestos de trabajo y han generado valor por más de 90 millones de euros.
Nos aproximamos asà a una nueva etapa donde vamos avanzando hacia actividades de mayor valor añadido, donde la producción de productos fÃsicos, en este caso hortalizas, se irá complementando con la generación y transferencia del conocimiento. Ello va a suponer la generación de puestos de trabajo de mayor valor, el incremento de la productividad y la oportunidad de exportar unos servicios y unas soluciones que cada vez son más demandas en muchas partes del planeta.
La consolidación de un clúster de empresas de alta tecnologÃa en el ámbito del agua y el agroalimentario se beneficiará y reforzará el ecosistema existente de usuarios de la misma, de centros públicos y privados de investigación, de grupos de inversores y de organismos públicos de apoyo al emprendimiento.