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¿Digitalizar la educación?

Mayo de 2024

Más de 1.400 millones de euros es el presupuesto destinado al Plan #DigEdu, cuyo objetivo es "mejorar en la digitalización de la educación, tanto en lo relativo a los medios tecnológicos disponibles por parte de la comunidad educativa, como en la integración efectiva y eficaz de las tecnologías en los procesos de enseñanza y aprendizaje". Son palabras textuales de la web España Digital.

1.400 millones es el presupuesto dedicado por la industria farmacéutica en España a I+D en 2022, o el invertido por Tesla en 2020. Es decir, no es una cantidad menor.

La tecnología se convirtió en un salvavidas educativo durante la COVID-19, evitando que la educación colapsara por completo, pero también puso de manifiesto las brechas significativas en el acceso a la tecnología, debido a la no disponibilidad de dispositivos o las limitaciones en la conectividad y las dificultades en el uso académico efectivo.

La tecnología es un medio que debe servir para mejorar el resultado del proceso educativo y dar respuesta a los retos clave: equidad e inclusión, calidad y eficiencia.

Existe evidencias claras de que la tecnología puede aportar oportunidades educativas, especialmente para grupos marginados, contribuyendo a su inclusión mediante la garantía de acceso a dispositivos y redes, y a la incorporación de tecnologías accesibles. Es decir, mejorar la inclusión. Ahora bien, la tecnología ha estado presente en el ámbito educativo desde hace más de 40 años con sistemas tutoriales inteligentes, programas de enseñanza de idiomas y simuladores de aprendizaje, entre otras aplicaciones, sin embargo, su impacto real sigue siendo un terreno difícil de evaluar. Una de las principales dificultades radica en las dos velocidades, la de la tecnología y la de la educación, lo que hace difícil establecer pruebas sólidas sobre el impacto directo de la tecnología en la eficacia educativa a largo plazo, además de llevar a reflexiones sobre la velocidad y forma adecuada de incorporar los cambios tecnológicos.

Volviendo al Plan #DigEdu, uno de sus elementos clave sobre los que se articula es la elaboración de un plan de digitalización por parte de cada centro educativo que debe incorporar elementos de evaluación. Estoy segura que este propósito parte de la buena fe e interés en asegurar la personalización a cada realidad, ahora bien, ¿no sería más eficiente, adecuado y efectivo, teniendo en cuenta la dificultad de la tarea y escasez de los recursos, que la elaboración se hiciera a otro nivel? Quiero creer que el buen hacer a nivel de las CCAA haya incorporado recursos humanos con los conocimientos adecuados para hacer un plan de digitalización e identificar elementos de medición y que el peso de este conocimiento no recaiga exclusivamente en empresas tecnológicas de cuya honestidad no dudo, pero, como es normal y lícito, tienen intereses.

En mi opinión habría que poner los esfuerzos en automatizar la propia actividad administrativa y burocrática de profesores y centros, eso debería redundar en más tiempo de calidad para los alumnos; en incorporar la infraestructura y dispositivos que aseguren la inclusión y accesibilidad, permitiendo la universalidad de acceso de todos los alumnos a los recursos; y definir una estrategia que asegure la sostenibilidad y aportación de valor a lo largo de los años.

Más que de incorporar y renovar dispositivos y tecnologías, de manera continua, va de asegurar que los docentes y alumnos acceden con la inmediatez necesaria a los conocimientos y competencias digitales que requiere la nueva realidad: conocer la tecnología y cómo emplearla para mantener una visión crítica de la realidad, protegernos como ciudadanos de las nuevas amenazas, ganar eficiencia y mejorar la calidad de vida.

Adriana Scozzafava, directora general de Fundación Afi Emilio Ontiveros