Las catástrofes naturales y la economÃa: muchas incógnitas y cierta esperanza
Febrero de 2024La estimación de los efectos de las catástrofes naturales sobre la economía resulta sumamente compleja. Estos eventos tienden a producirse en lugares y momentos muy específicos, mientras que las estadísticas económicas suelen abarcar periodos y territorios más amplios. Además, las estadísticas de flujos, como el PIB, no resultan adecuadas para recoger los impactos que las catástrofes naturales provocan en el stock de bienes (daños en edificios, vehículos o infraestructuras). A pesar de estas dificultades, las series económicas muestran un crecimiento tendencial de aquellas actividades más expuestas a los eventos catastróficos, tales como la agricultura o la ganadería. Los avances tecnológicos (maquinaria, digitalización, biología) y la mejora en las prácticas organizativas contribuyen a reforzar la resiliencia de las actividades humanas ante cambios en el clima.
Incógnitas
A la hora de abordar las consecuencias económicas de las catástrofes naturales conviene mencionar las limitaciones que presentan las estadÃsticas públicas. En efecto, las principales magnitudes económicas (PIB, beneficios, salarios, rentas) suelen consistir en variables flujo referidas a un periodo concreto: a comienzos de cada año su contador se pone a cero. Esos indicadores tratan de cuantificar el valor que los diferentes agentes de una economÃa son capaces de generar durante los doce meses siguientes.
El problema a la hora de medir el efecto de los desastres naturales en la economÃa radica en que el principal impacto de estos eventos extremos se produce sobre variables stock: los incendios afectan a la cantidad de árboles de los bosques; los volcanes a la cantidad de casas; las inundaciones a los kilómetros de carreteras o al parque de vehÃculos; y las sequÃas a la cantidad de agua en los pantanos.
Además, las catástrofes son eventos muy acotados, tanto geográfica (afectan a una pequeña superficie) como temporalmente (suelen durar dÃas o semanas), mientras que los indicadores económicos disponibles rara vez tienen una precisión geográfica inferior a la escala municipal, y una frecuencia temporal inferior a la mensual. En este contexto, atribuira un evento muy especÃfico (que afecta a un territorio pequeño durante un corto periodo de tiempo) un impacto significativo sobre un ámbito mayor (temporal y geográficamente) es una tarea que no está exenta de limitaciones metodológicas.
Con el fin de evidenciar estas dificultades, y rescatando el ejercicio de estimación realizado en el marco del Barómetro de las Catástrofes en España 2022 de Fundación Aon, se ha procedido a analizar el impacto económico de los mayores incendios de la historia de España, ocurridos en la provincia de Zamora durante el verano de 2022. Entre mediados de junio y mediados de agosto ardieron alrededor de 56.000 hectáreas, el equivalente a la superficie de la ciudad de Madrid. Estos incendios afectaron a 12 municipios, con una población acumulada de 5.500 personas, y cuya actividad productiva se encontraba muy orientada hacia la agricultura, sector que daba empleo a uno de cada cuatro trabajadores (frente a uno de cada veinte en el conjunto de España).
Para testar el efecto de los incendios en la actividad económica local se ha analizado la evolución del empleo agrÃcola en los municipios afectados por el incendio (grupo de tratamiento), antes y después del evento, comparando su trayectoria con la exhibida por otro grupo de municipios similares, pero que no sufrieron esta catástrofe (grupo de control).
Con este ejercicio se pretende aproximar el impacto de los incendios sobre la actividad económica local, debido a una pérdida de cosechas, de recursos madereros o ganaderos que deriven en interrupciones de la producción, cierre de empresas y destrucción de puestos de trabajo. Pues bien, los resultados del análisis apuntan a que los incendios no tuvieron un impacto observable sobre las dinámicas de empleo locales: la evolución del empleo agrÃcola en los municipios afectados por el incendio es muy similar a la exhibida por el grupo de control, tanto en los meses anteriores como en los posteriores al incendio.
Esperanza
Si bien la mayorÃa de las estadÃsticas económicas actuales resultan inadecuadas para reflejar con precisión el impacto de las catástrofes naturales, sà permiten evaluar el desempeño general de los agentes económicos a largo plazo ante los cambios en el clima. Si bien no existen datos históricos para España sobre eventos extremos, como sequÃas, inundaciones, heladas o los golpes de calor, sà que existen series lo suficientemente largas sobre temperaturas y precipitaciones que permiten inferir cambios a largo plazo en el clima.
AsÃ, y de acuerdo con los datos arrojados por la estación meteorológica de Madrid-Retiro (una de las cuatro más antiguas de España), entre 1895 y 2023 la temperatura promedio en la capital española ha crecido un 18%, pasando de 13,9º a 16,5º grados. A pesar de que esta variable haya podido evolucionar de manera diferente a lo largo de la geografÃa española, lo cierto es que el progresivo calentamiento del clima es un fenómeno relativamente extendido, no solo en nuestro paÃs.
A su vez, si bien no se observa una tendencia clara en el volumen anual de precipitaciones acumuladas, lo cierto es que sà se aprecian ciertos ciclos de años con abundante agua seguidos por otros de sequÃa. A falta de datos de fenómenos extremos, la oscilación en las precipitaciones junto con el calentamiento atmosférico generan consecuencias sobre el clima, que en última instancia se reflejarán en la economÃa, en especial sobre la agricultura y la ganaderÃa, las actividades más expuestas al entorno natural.
Pues bien, las estadÃsticas de producción agrÃcola apuntan a una notable resiliencia del sector ante estos cambios. En 2023 el valor añadido (en términos reales) del sector primario en España cuadruplicó al de 1955, todo ello empleando a una séptima parte de los trabajadores de entonces. Esta cifra refleja el espectacular incremento de la productividad agrÃcola en nuestro paÃs en las últimas décadas: un trabajador agrÃcola genera actualmente 28 veces más valor real que uno de 1955. A modo de referencia, en la actualidad un trabador industrial genera 10 veces más y un trabajador promedio genera 5 veces más que sus homólogos de 1955.
Estas cifras ponen de manifiesto que los agentes económicos son capaces de sobreponerse a los cambios en su entorno para mantener el crecimiento de su actividad. Para ello resultan clave los avances tecnológicos, tanto industriales (mecanización de los procesos agrÃcolas), digitales (introducción de la inteligencia artificial) o biológicos (mejora del rendimiento de semillas y variedades). A pesar de esto, el sector agrÃcola español todavÃa tiene margen para incrementar su eficiencia energética o para incorporar energÃas renovables. Además de estos avances en activos tangibles, resultan claves las innovaciones de ámbito intangible, como en procesos organizacionales o la formación de los trabajadores, determinantes para la supervivencia de unas empresas que siempre estarán influenciadas por los cambios en su entorno.