Digitalización y sostenibilidad: ¿son compatibles?
Mayo de 2022Tan solo en los dos últimos años el porcentaje de usuarios de Internet a escala mundial se ha incrementado en 9 p.p. (desde el 54% de la población en 2019 hasta un 63% en 2021, según datos de la Unión Internacional de Telecomunicaciones (ITU). Esto significa que, aproximadamente, 4.900 millones de personas pueden caracterizarse hoy como usuarios de la Red.
La expansión del uso Internet y de la digitalización registrada durante las últimas décadas se ha acelerado claramente como consecuencia de la pandemia de Covid-19, al convertirse estas tecnologías en herramientas esenciales para ayudar a mantener la actividad de las empresas, el empleo, la provisión de servicios básicos como la educación, o la mera interacción social.
Las plataformas y los servicios digitales, gracias a su capacidad para hacer accesible la innovación a escala masiva, han amortiguado los costes sanitarios, sociales y económicos derivados de la pandemia y han reforzado la capacidad de resistencia de empresas y economías ante nuevas y futuras crisis a las que, más tarde o más temprano, habrá que enfrentarse.
Más allá de las transformaciones sociales y culturales derivadas del cada vez más extendido uso de las tecnologías digitales, éstas también presentan un peso cada vez más relevante en términos económicos. La economía digitalizada en España, definida como toda actividad económica basada en bienes y servicios digitales (incluyendo tanto nuevos modelos de negocio o modelos previos que han sido transformados por la digitalización), supone en torno al 22,0% del PIB español en la actualidad (un 10,9% se corresponde con el impacto directo de estas actividades). En términos de empleo, los puestos de trabajo relacionados con este tipo de competencias y tareas ascienden ya a más de 727.000 profesionales (aproximadamente el 3,8% del empleo total). Y, lo que es más significativo, el mercado sigue buscando satisfacer su demanda de más profesionales con capacidades en estos ámbitos.
Sin embargo, todo este proceso acelerado de transformación tecnológica, social y económica no está exento de retos que afectan, muy particularmente, a distintos ángulos de la sostenibilidad. Por ejemplo, desde el punto de vista de la estructura empresarial, tanto en España como en la mayor parte de las economías de nuestro entorno las microempresas presentan un grado de transformación digital significativamente inferior al de las organizaciones de mayor tamaño. Este desequilibrio presenta implicaciones que se manifiestan en una creciente polarización entre las organizaciones más pequeñas y las grandes plataformas internacionales (las superstar companies), con capacidad para aprovechar las economías de red e influir en los mercados.
Desde el punto de la sostenibilidad de las finanzas públicas, cambios derivados de la digitalización como son la práctica irrelevancia de la localización física, el aprovechamiento de activos intangibles o la capacidad de trasladar beneficios a otras jurisdicciones a través de nuevas fórmulas de compleja trazabilidad hacen necesario plantear soluciones consensuadas a escala internacional que aseguren una contribución acorde con su relevancia en el panorama económico actual. Asimismo, desde el punto de vista social y político, las brechas asociadas al conocimiento digital pueden plantear (ya lo están haciendo) serias repercusiones en forma de polarización del mercado de trabajo, desigualdad, exclusión, incidencia de las fake news, control de la privacidad, etc.
Finalmente, la gran variedad de servicios que hoy se canalizan a través de canales digitales también requiere un incremento del consumo energético que, si no lleva aparejada una clara apuesta por la descarbonización de sus fuentes de abastecimiento energético (tal como está haciendo Google con su estrategia de neutralidad en CO2), necesariamente contribuye al aumento de las emisiones de efecto invernadero.
Los grandes actores digitales son conscientes de los retos reputacionales, organizativos e institucionales a los que se enfrentan, y de la necesidad de efectuar transformaciones que no solo contribuyan a mitigar estas brechas sino liderar el cambio de la economía global en la senda de un patrón de crecimiento cada vez más sostenible. Compromisos como la European Green Digital Coalition, o el Climate Neutral Data Center Pact son pasos en la buena dirección y requisitos necesarios para hacer compatibles dos grandes objetivos de las economías desarrolladas: digitalización y sostenibilidad.