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Ciencia en tiempos de guerra

Abril de 2022
En los momentos más oscuros de nuestra civilización, las guerras y catástrofes han sido catalizadores de grandes avances en el mundo de la ciencia. En cualquier caso, las guerras o grandes catástrofes, como ha podido ser la pandemia, NO tienen un lado positivo, justificándolo en los importantes avances que hayan podido desencadenar. Estos avances se consiguen con grandes inversiones en ciencia, dotando de presupuestos, medios e infraestructuras a investigadores, tecnólogos y científicos. Dicho lo cual, una guerra no debería ser nunca justificación para aspirar a mejoras en los presupuestos de I+D+i.



Es sabido, y puede resultar evidente, que parte del dinero destinado a la investigación científica acaba de una u otra manera dedicada a tareas militares. El autor del superventas "Sapiens", Yuval Noah Harari (1976) lo enunció claramente: "Las fuerzas militares del mundo inician, financian y dirigen una gran parte de la investigación científica y del desarrollo tecnológico de la humanidad"[1]

Desde el inicio de los tiempos, los grandes científicos y las mentes más brillantes se han enfrentado al gran dilema de decidir si aplican sus conocimientos y grandes descubrimientos a fines militares.

Leonardo Da Vinci (1452-1519), sobradamente conocido por sus obras de arte como la "Mona Lisa" o "La última cena", fue un gran amante de la naturaleza, pero también trabajó como ingeniero militar diseñando vehículos blindados, precursores de los tanques actuales, barcos de guerra o carros de asalto. Aunque no le gustaba la guerra, aprovechó los contratos militares firmados con el duque de Milán, Ludovico Sforza (1452-1508), para tener un salario que le permitiera dedicarse también a desarrollar otras disciplinas artísticas más propias del renacimiento.

La Primera Guerra Mundial trajo grandes avances en materia sanitaria, contribuyendo, por ejemplo, al desarrollo de la enfermería de manera profesional. Se perfeccionaron los métodos de transfusión de sangre, permitiendo organizar donaciones y sistemas para su almacenamiento. Algo impensable hasta aquel momento, ya que hasta la guerra, las transfusiones se habían usado esporádicamente, pero gracias a su utilización se logró aumentar la probabilidad de supervivencia de los soldados heridos. Marie Curie (1867-1934) diseñó una pequeña máquina de rayos X portátil que transportada en camionetas y permitía realizar radiografías a los heridos y salvar innumerables vidas. Otro de los grandes avances durante la Gran Guerra en el campo de la medicina tiene relación con la vacunación, ya que durante la misma se vacunó de manera generalizada a los soldados contra el tifus. Aún con una vacuna en fase experimental se produjo un descenso de la incidencia de la enfermedad entre las tropas de los países que la usaron.

Recordamos la importancia de Winston Churchill (1874-195) en el desarrollo de algunos de estos avances, apasionado de la ciencia desde que leyó "El origen de las especies" de Charles Darwin (1809-1882), quien nunca dudó de la importancia de dedicar los recursos necesarios a la investigación y desarrollo de nuevas tecnologías durante la Segunda Guerra Mundial. Churchill llegó a contar con un asesor científico dentro de su gabinete convencido de que sería una figura importante en la guerra. Contó con un gran equipo de científicos, uno de ellos fue Robert Watson-Watt (1982-1973), ingeniero y físico escocés descendiente del mítico James Watt, quien inventó la máquina de vapor. Watson-Watt diseñó un sistema de detección y medida de distancia de objetos por medio de ondas hercianas, a lo que llamamos comúnmente radar. Su uso se perfeccionó y mejoró durante el curso de la Segunda Guerra Mundial, y supuso el desarrollo posterior tanto de la aviación militar como la civil. Alan Turing (1912-1954), matemático y considerado el padre de la ciencia de la computación, fue otro de los "protegidos" por Churchill. Turing contribuyó con su máquina Bombe a descifrar las comunicaciones del ejército alemán, cifradas mediante otra máquina, Enigma. Su máquina propició el acortamiento de la guerra en Europa. Su brillante carrera se vio truncada al ser procesado por su homosexualidad, lo cual le ocasionó la pérdida de todos sus cargos. Injustamente tratado en sus últimos años, éste decidió quitarse la vida. Finalmente, el Gobierno Británico se disculpó públicamente en 2008 por el trato dado al matemático y la reina Isabel II le concedió el indulto en 2013. Su contribución al mundo de la criptografía es innegable, también al campo de la inteligencia artificial.

Uno de los proyectos más costosos y famosos durante la Segunda Guerra Mundial fue el proyecto Manhattan. Albert Einstein (1879-1955), físico de profesión y reconocido pacifista [2], conocedor de la intención del régimen Nazi en desarrollar la bomba atómica, alertó al presidente de los Estados Unidos, F. D. Roosevelt (1882-1945) mediante una carta en 1939. En ese momento se pone en marcha el proyecto Manhattan, aunque no es hasta 1941 después del ataque japonés a Pearl Harbor, cuando se acelera su desarrollo. El físico Julius Robert Oppenheimer (1904-1967) fue el encargado de dirigir el proyecto Manhattan que acabaría con el lanzamiento de las bombas "Little Boy" y "Fat Man" en Hirosima y Nagasaki. El lanzamiento de estas bombas fue cuanto menos cuestionable, puesto que el objetivo inicial del proyecto era vencer al régimen Nazi en la carrera por desarrollar la bomba atómica, y en el momento del lanzamiento los Nazis ya habían sido derrotados en Europa y no existía un peligro en ese sentido. Es cierto que supusieron el final de la Segunda Guerra Mundial, pero con un alto coste en vidas humanas. Muchos de los científicos del proyecto Manhattan se posicionaron en contra del lanzamiento de las bombas a sabiendas del inminente final del conflicto bélico y pidieron el desmantelamiento de los arsenales nucleares a su término, como es el caso del propio Oppenheimer [3]. Al finalizar el proyecto, Oppenheimer fue acusado de comunista ante el Comité de Actividades Antiamericanas durante la caza de brujas del senador Joseph McCarthy (1908-1957), que le acarreó la pérdida de sus privilegios. El legado del proyecto Manhattan después de la guerra pasó a otros estamentos del gobierno de los Estados Unidos para su uso en campos como la medicina nuclear, generación de energía y otros fines militares.

La pandemia de Covid-19 también ha contribuido a acelerar multitud de descubrimientos en el mundo científico. El más destacable ha sido el desarrollo de las vacunas ARNm, las cuales, empleando esta nueva tecnología han supuesto una revolución en el campo de la vacunación. Esta nueva tecnología, no sólo aplicable al caso de la Covid-19, abre un abanico de posibilidades para conseguir avances en la mejora de tratamientos contra otros virus y enfermedades como es el caso del VIH y el cáncer.

Científicos, ingenieros, tecnólogos y un largo etcétera de profesionales se han enfrentado a grandes dilemas éticos como parte de su trabajo, testigos de cómo sus descubrimientos podían usarse para acabar con vidas humanas. Seguro que sus decisiones no fueron fáciles[4]

El gasto presupuestario en defensa provoca debates necesarios, ya que un incremento en estas partidas significa generalmente una reducción en otras, incluidas las destinadas a gasto e inversión social. El debate no es sencillo y a menudo se simplifica omitiendo mención a otros efectos. Parte de estas partidas están dedicadas a investigación, desarrollo e investigación y generan retornos a la economía de un país así como avances en las fronteras del conocimiento y el bienestar [5]


[1] Corbalán, Fernando. ¿Es cierto el mito de que la ciencia avanza más rápido en tiempo de guerra? ABC Ciencia. [Online] febrero 18, 2019. https://www.abc.es/ciencia/abci-cierto-mito-ciencia-avanza-mas-rapido-tiempo-guerra-201902180212_noticia.html
[2] Herrero, José Ramón Villanueva. El pacifismo según Albert Einstein. Nueva Tribuna. [Online] junio 16, 2016. https://www.nuevatribuna.es/opinion/jose-ramon-villanueva-herrero/pacifismo-albert-einstein/20160616121826129339.html
[3] Yanes, Javier. Oppenheimer, de la bomba atómica al pacifismo. OpenMind BBVA. [Online] febrero 17, 2017. https://www.bbvaopenmind.com/ciencia/fisica/oppenheimer-de-la-bomba-atomica-al-pacifismo/
[4] Iglesias, Juan Ignacio Perez y Moroder, Joaquín Sevilla. La ciencia al servicio de la guerra. Cuaderno de Cultura Científica. [En línea] 23 de marzo de 2020. https://culturacientifica.com/2020/03/23/la-ciencia-al-servicio-de-la-guerra/
[5] Fonfría, Antonio. Presupuestos de defensa en España: mitos y recién llegados. Real Insituto Elcano. [Online] noviembre 13, 2015. https://www.realinstitutoelcano.org/analisis/presupuestos-de-defensa-en-espana-mitos-y-recien-llegados/


José Manuel Rodríguez es consultor del área de Soluciones Digitales de Afi.