Geopolítica y finanzas personales
Abril de 2022A lo largo de los últimos años el ahorrador inteligente ha podido constatar cómo lo que sucede mucho más allá de donde vive impacta, y con intensidad, en la rentabilidad de sus inversiones. Sucede no sólo porque su cartera tiene cada vez una mayor diversificación internacional (posiciones en la bolsa de EEUU o de países emergentes, por ejemplo) sino también porque sus inversiones en el mercado nacional se ven muy afectadas (en la mayoría de las empresas del Ibex 35, el porcentaje de los ingresos que procede del exterior supera al que tiene como origen España).
Y cuando decimos los "acontecimientos de fuera" nos referimos a, por ejemplo, el crecimiento del PIB de China (avance del 5,5% previsto para este año), las decisiones de política monetaria de la Reserva Federal (acaba de subir tipos, por cierto, por primera vez desde finales de 2018) o las apreciaciones del real brasileño (divisa que se está recuperando de forma sorprendente). Pero también nos referimos a la geopolítica.
Puede suceder que las grandes variaciones de las cotizaciones en los últimos años han estado motivadas en mayor medida por eventos de la esfera económica: quiebra de Lehman Brothers (2008), dudas sobre la fragmentación de la UME (2012) o pérdida de dinamismo económico de China (2015). Pero desde 2016 la geoestrategia ha tomado el relevo como factor generador de volatilidad. Las grandes correcciones de las bolsas han estado asociadas a eventos como el resultado del referéndum en el Reino Unido para la salida de la UE (junio de 2016), la victoria de Trump (noviembre de 2016) o la tensión entre Italia y la Comisión Europea (2018) o entre EEUU y Corea del Norte (agosto de 2019).[1] Y, ahora, la guerra en Ucrania.
Es obvio que, como inversores en activos financieros, no podemos tratar de anticipar qué va a pasar con los diferentes focos de riesgos geopolíticos. pero sí podemos acudir a fuentes primarias de información y a los analistas mejor capacitados para entender y transmitir lo que está sucediendo. Igual que reconozco que los economistas no podemos predecir cómo van a evolucionar las variables económicas y financieras y "me conformo" con entender lo que ha pasado y diagnosticar el presente, lo mismo sucede con los analistas geoestratégicos. No son adivinos y no pueden predecir qué va a suceder con los resultados electorales o con las guerras, pero es obvio que son de utilidad. Así pues, a la hora de invertir es imprescindible contar con opinión sobre geopolítica, bien sea propia, bien sea de personas expertas en la materia. Tener información y, si, es posible, criterio propio.
A partir de ahí, el siguiente paso es cómo posicionar la cartera en un entorno de aumento de la tensión geoestratégica que, necesariamente, genera más volatilidad. Y para este correcto posicionamiento, aquí van unos consejos:
- Confirmar que el perfil de riesgo de la cartera es acorde al nuestro. Incidiremos en ello una vez más: el inversor inteligente debe hacer coincidir el perfil de riesgo de la cartera con el suyo propio. Y esto exige revisiones con cierta frecuencia, en especial, en los momentos de estrés en los mercados.
- No dejarse llevar por los movimientos a corto plazo de los mercados financieros. En las últimas semanas hemos vuelto a vivir la típica sobrerreacción de las cotizaciones, en este caso asociada al inicio de la guerra, con importantes cesiones en las bolsas.
- Tener estrategias de inversión como las aportaciones periódicas, una disciplina según la cual, pase lo que pase, construimos la cartera poco a poco. Tenemos un plan de inversión (de 1.000, por ejemplo) y hemos decidido invertir de forma paulatina (200 cada trimestre, por ejemplo). En un entorno de tensión geopolítica, este tipo de disciplinas ayudan mucho.
- Contar con un horizonte temporal de largo plazo que, en nuestra opinión, debe ser de entre 5 y 10 años. Solo así se puede mantener una cartera con riesgo que sigue siendo, como sucede desde 2016, la vía para tratar de batir la inflación. A pesar del reciente repunte, los tipos de interés y, con ello, la renta fija, sigue sin ser un activo válido para cubrir el aumento de los precios de los bienes y servicios que consumimos.
- Tener carteras diversificadas. Sé que se da una potencial paradoja: en esta crisis, las posiciones en renta fija o renta variable del mercado ruso han experimentado una brutal caída (se están valorando a cero euros). ¿Por eso no ha funcionado la diversificación? En nuestra opinión, no. De hecho, si se está correctamente diversificado, la inversión en el mercado ruso pesaría entre el 0,2% y el 0,6% de la cartera (si pesa más, es que la cartera no está bien construida).
- Buscar activos que ejerzan como refugio. Y en esto hemos vuelto a aprender. ¿A qué me refiero? A que activos que tradicionalmente no hacían ese papel, ahora lo han jugado. Por ejemplo, expectativas de inflación o divisas como la corona noruega (aupada por el encarecimiento del petróleo) o el remimbi chino. Resulta que la moneda de la segunda potencia económica, la que va a crecer este año un 5,5% y la que puede jugar un papel clave en la resolución de la guerra, ha mostrado una apreciación frente al resto, en especial, frente al euro. En una cartera correctamente diversificada es posible encontrar posiciones en remimbi chinos vía fondos de inversión.