Excesos y amenazas, mordeduras de la época
Diciembre de 2019 Reseña del libro EXCESOS. Amenazas a la prosperidad global, por Emilio Ontiveros. Planeta, 2019.No contamos en España con muchos economistas que ofrezcan valoraciones compactas, y bien informadas, acerca del especial momento económico que atraviesa la humanidad hoy, de las virtudes y defectos de esta rara época, de rápido e intenso cambio económico. Quizá porque no es una tarea fácil de acometer, y es intelectualmente arriesgada siempre, pues requiere de una inmersión en la amplia, compleja y diversa realidad económica y social del planeta, el seguimiento permanente de los análisis más destacados realizados sobre ella, que hoy se multiplican, la profundización en áreas especializadas, y el adecuado ensamblaje y concatenación de causas y efectos.
Emilio Ontiveros viene desarrollando esta labor con gran solvencia desde hace muchos años, tanto a través de sus contribuciones escritas en periódicos y revistas, como de sus conferencias. Y, desde luego, en sus libros. El último, titulado Excesos. Amenazas a la prosperidad global, que comentamos aquí, asombra por su ambición y brillantez. Es heredero de varios de sus recientes artículos, así como de otros dos libros, también sobresalientes, uno publicado en 1997, Sin orden y concierto, una crítica del orden monetario internacional, que ya por entonces mostraba grandes debilidades, y otro, titulado Una nueva época, que contiene un análisis realizado a comienzos de esta década (2012), en colaboración con Mauro Guillén, sobre los retos a los que se enfrenta la economía mundial. Mis alumnos lo leen año tras año con gran satisfacción. El nuevo libro incorpora también el extenso conocimiento del autor acerca de la revolución tecnológica de las TIC y de Internet, extraído de una pronta preocupación por ella, puesta ya de manifiesto en su libro de 2001, La economía en la Red, y de un permanente seguimiento desde entonces de sus principales hitos y efectos, muy bien alimentado por los trabajos realizados en este ámbito en la empresa que él contribuyó a crear y hoy preside, Afi.
El libro que comentamos lleva el corto y expresivo título de Excesos, pero se subtitula Amenazas a la prosperidad global. Su contenido no es fácil de sintetizar, pues es un sistemático escrutinio de los avatares de la economía mundial en los últimos treinta años, enmarcado en el orden multilateral creado después de la Segunda Guerra Mundial. Sin embargo, las dos palabras clave utilizadas en su título, excesos y amenazas, permiten dibujar su esqueleto. Los excesos derivan de una globalización económica y financiera, subrayando esta última faceta, que avanza con una especial intensidad entre el final de los años ochenta y la crisis iniciada en 2008, y de algunas creencias subyacentes a ella, como la completa libertad para los mercados, reduciendo al mínimo su regulación y la corrección de sus fallos. Las consecuencias son contundentes y suponen sendas amenazas a nuestra prosperidad, significativos aumentos de la desigualdad, excesiva financiarización de las economías, que dificulta su estabilidad financiera y macroeconómica, aumento generalizado del poder de mercado de un conjunto de grandes compañías (en casi todas las actividades productivas, y no solo en el seno de cada país, sino también a escala global) y la destrucción del medio ambiente. «A los mercados no se les puede dejar solos», dice el autor (p. 277). La Gran Recesión, espléndidamente analizada en el libro, es la mejor ilustración de esta idea. Tampoco puede dejarse solas a muchas de las grandes empresas multinacionales, empeñadas en ser las beneficiarias de la creciente integración internacional sin asumir ninguno de los costes que esta ha exigido a los ciudadanos y a los Gobiernos, como revela, entre otros indicadores, su reducido pago de impuestos.
Pero las amenazas no solo proceden de los excesos. También de las malas respuestas dadas a algunos de ellos. La primera, el abandono de la cooperación internacional en favor de la introspección nacional. El autor del libro muestra en varias ocasiones su sorpresa por el hecho de que sea precisamente Estados Unidos el país que lidera el intento de demolición de un orden internacional que siempre ha dirigido y gobernado, en lugar de contribuir a construir otro alternativo, que dé respuesta a las exigencias de una economía internacional mucho más integrada (globalizada) que hace 70 años. No es para menos, la guerra comercial iniciada por este país desde la llegada al poder del presidente Donald Trump, junto a la batalla desplegada por el dominio de las nuevas tecnologías y la lucha por mantener la hegemonía política global conforman un escenario de gran amenaza para el crecimiento económico y la estabilidad política mundial.
Tampoco las equivocadas respuestas dadas por las autoridades comunitarias a la Gran Recesión, primando la austeridad y minimizando la solidaridad, han favorecido la continuidad de la integración entre los países que conforman la UE. Por el contrario, hoy es visible una notable fragmentación de ideas y aspiraciones acerca del futuro de este área, que limitan la capacidad de respuesta ante los excesos y amenazas antes descritos.
Sin embargo, las amenazas también proceden de nuevas realidades. El freno demográfico es la primera de ellas. El envejecimiento de las poblaciones de los países desarrollados, cada vez más concentradas en megaciudades, tenderá a ralentizar el consumo y el avance de la productividad y absorberá fondos crecientes de las arcas públicas para el pago de pensiones. La segunda es la revolución tecnológica en marcha, basada en la robotización y la inteligencia artificial, que ya ha frenado el ascenso de los salarios y precarizado parte de las nuevas contrataciones, favoreciendo la desigualdad en la distribución de la renta. Esta revolución ofrece en realidad una gran oportunidad para lograr un crecimiento inclusivo, si se dirige a favor de la creación de nuevas actividades y nuevos empleos, en lugar de a la sustitución de los actuales, siendo pues una cuestión primordial quién y cómo dirige su avance.
La naturaleza y la importancia de las amenazas señaladas, cuyas implicaciones y relaciones entre sí se describen con detenimiento en el libro comentado, reclaman tres grandes transformaciones. En primer lugar, mejores Gobiernos e instituciones públicas, «son hoy más importantes que en las épocas que hemos revisado», señala el autor (p.278). Desde luego, son fundamentales ante las amenazas de desigualdad y desempleo, y deben ayudar a orientar en la dirección adecuada las nuevas tecnologías digitales. En segundo lugar, un nuevo orden internacional, que favorezca el crecimiento inclusivo, con renovada gobernanza, de la que participen los nuevos actores en la escena global, con China e India a la cabeza. De otra manera, puede imponerse un peligroso bilateralismo, carente de normas y reglas, que se base en el poder de negociación de las partes. Finalmente, en tercer lugar, una empresa más preocupada por el crecimiento, por sus trabajadores y por el medio ambiente, y menos por dar valor a sus accionistas, en una refundación del capitalismo que instituciones claramente representativas de este, como el FMI, ya reclaman.
En fin, con este libro, el lector tiene en sus manos una excelente oportunidad para comprender mejor, ampliando su perspectiva, los retos y amenazas de nuestro tiempo, las mordeduras de la época, siguiendo la afortunada expresión del poeta Juan Gelman que el autor recoge. Su lectura, no solo resulta muy gratificante, sino que también abre el apetito por adentrarse más a fondo en algunos de los muchos temas tratados.