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Pensiones IX: ¿y si nos hacemos los suecos con las pensiones?

Octubre de 2018 En Suecia, en el momento en que naces a la actividad laboral, la Seguridad Social sueca te abre una «cartilla» y te va anotando las cotizaciones que haces cada día.

Que yo recuerde, «hacerse el sueco» equivalía a desentenderse de algo que te concernía o hacerse el distraído en general. Según las explicaciones más canónicas (Fundación de la Lengua Española), la palabra sueco deriva de «soccus», especie de zapatillas utilizadas en las comedias clásicas, palabra que después derivó en zueco o, más genéricamente, tarugo de madera, zoquete... y la expresión vino a referirse a «hacerse el tonto». Pero tampoco faltan referencias a cierto hábito de los marinos suecos de hace siglos que desatendían los requerimientos que se les hacían en los puertos al desconocer la lengua en la que les hablaban.

Pues bien, nada de esto quiero evocar utilizando esta expresión en el título de esta tribuna. Más bien todo lo contrario. Ya sabrán que en Suecia, en la década de los noventa del siglo pasado, y justamente con motivo de una crisis bancaria y presupuestaria tan catastrófica como la que hemos experimentado recientemente, se introdujo una importantísima reforma de su sistema de pensiones que ha legado al debate contemporáneo el modelo de «Cuentas Nocionales».

Tan escasamente ha calado esta expresión en nuestro debate patrio que a menudo, en vez de lo de «nocionales» nos encontramos con lo de «nacionales», «Cuentas Nacionales»... y todo el mundo asiente.

En España y en muchos otros países, la Seguridad Social te anota las bases por las que cotizas cada día y los días que cotizas, coge lo que has cotizado cada día y se lo gasta a fin de mes en pagar las pensiones y los restantes gastos que tiene. Y tira millas. Esa es «tu cuenta», por llamarla de alguna manera, de pensiones para toda tu vida laboral hasta que te jubilas. No hay más nada.

Cuando te jubilas, se fija en la edad que tienes, recupera la cuenta anterior, lo adereza todo con un poco de actualización de las bases de cotización pasadas con el IPC, unos cuantos puntos de penalización si te jubilas demasiado pronto, algunos menos si te jubilas demasiado tarde, sopla y obtiene una pensión mensual que te paga catorce veces al año, vitaliciamente, con lo que los cotizantes de cada momento abonan, y ya te va diciendo cada cierto tiempo cómo la va a actualizar. Esta otra cuenta, muy importante, eso sí, se hace en un periquete.

En Suecia es diferente. En el momento en que naces a la actividad laboral, la Seguridad Social sueca te abre una «cartilla» (también te la lee, ojo) y te va anotando las cotizaciones que haces cada día.

¡Goooong... primeeera difereeenciaaa! Te abren una cuenta individual tuya, para ti, para siempre. Y te anotan todas y cada una de las coronas suecas que habéis pagado tú y tu empleador, si lo tienes. No las bases por las que has cotizado y eso, no. Las-coronas-suecas-que-has-pagado. ¿Estamos? Tú puedes pensar que para qué, pero ellos te las anotan en la cartilla, por si acaso.

Cada año que pasa has abonado una cierta suma de cotizaciones que se une a la acumulada hasta el año anterior y esta última se incrementa con una especie de rentabilidad a un tipo de interés denominado «tanto nocional», no nacional, atento, que ya te habrán comunicado con antelación. Como es la Seguridad Social, que sigue existiendo, ese tipo de rentabilidad nocional no es ni el del banco central de Suecia ni el de ningún otro banco, sino un tipo teórico que está ligado al crecimiento de los salarios. Y tu cuenta individual va engordando mientras trabajes y también con ese tipo de interés nocional que actúa como el interés compuesto. Esto es muy bonito, la verdad, nada menos que el interés compuesto.

Así (siguen cálculos ilustrativos), si has trabajado 40 años y cada mes has cotizado unas 5.000 coronas suecas (650 euros) a un tipo de cotización efectivo del 14,9% (estimaciones de la OECD), y te han dado un tipo nocional del 2,5%, acabas reuniendo un capital de 4,4 millones de coronas suecas (unos 575 mil euros). Eso te garantiza una pensión de la Seguridad Social de unas 22.100 coronas al mes (2.850 euros el mes).

¡Goooong... seguuunda difereeenciaaa! La Seguridad Social sueca no te aplica una fórmula arcana e insondable como la española, simplemente convierte tu capital de cotizaciones, aumentado con el tipo de rendimiento nocional, en una renta vitalicia mediante una simple fórmula financiero-actuarial sin trampa ni cartón. Es decir, que a diferencia de lo que sucede con la fórmula española, existe una clarísima vinculación entre lo cotizado (no las bases de cotización) y lo percibido en forma de pensión para el resto de tu vida. Entre otras cosas, y aquí está el chiste, estas pensiones son sostenibles porque se calculan sobre la base de lo efectivamente cotizado según el criterio de «contribución definida» y sin embargo, la Seguridad Social nocional sueca sigue siendo de reparto.

¡Qué bonito! O sea, con un tipo de cotización que es 10 puntos porcentuales inferior al español, el sistema sueco te permite acumular un capital nocional de cotizaciones que figura anotado en tu libreta, y luego te da una pensión vitalicia asegurada de algo más de 22 mil coronas mensuales calculada sobre ese capital nocional. Esta pensión representa el 55,8% del salario medio, mientras que en España la tasa de sustitución pensión/salario es del 80%. Por eso, entre otras cosas, es insostenible nuestro sistema, mientras que el suyo los es, además de por esto, porque calcula sus pensiones, como se decía, de forma que sean sostenibles en el largo plazo, en virtud del criterio de «contribución definida».

Como la pensión de la Seguridad Social nocional sueca es insuficiente respecto al salario al que reemplaza, el sistema incorpora un tramo de pensión de capitalización pública obligatoria que se financia con una cotización del 2,9% sobre la misma base de cotización que la pensión nocional. Y, por último, mediante un sistema cuasi obligatorio de pensiones de empleo que engloba al 90% de los trabajadores, estos ahorran a través de un sistema de empleo que aporta una tercera pensión complementaria. Entre todas estas figuras, los trabajadores suecos, a su jubilación, logran recuperar el 80% de su último salario con esquemas sostenibles y suficientes. En materia de pensiones, ¡deberíamos hacernos los suecos!

José Antonio Herce es Director asociado de Afi