DemografÃa, el motor que transforma España
Diciembre de 2024 La demografía es un factor clave en la evolución de cualquier país. La población residente, su distribución geográfica y sus características determinan en gran medida los principales retos económicos y sociales a los que se enfrenta una sociedad. En España, las tendencias demográficas actuales muestran cambios profundos, marcados por fenómenos como el envejecimiento poblacional, los elevados flujos migratorios y la intensa concentración geográfica, cuyas implicaciones serán decisivas para el futuro del país.En lo que llevamos de siglo, España ha experimentado una notable caÃda de la natalidad y un aumento constante de la esperanza de vida[1]. El crecimiento vegetativo negativo surgido de estas tendencias en los últimos años, únicamente se ha visto compensado por la inmigración (Gráfico 1). De hecho, la entrada de población extranjera no solo ha permitido un incremento neto recientemente, sino que seguirá siendo el motor principal del crecimiento demográfico en las próximas décadas. Según las proyecciones, el peso de la población nacida en el extranjero pasará del 17% actual al 19% en 15 años y alcanzará cerca del 40% en un horizonte de 50 años.
Junto a este componente migratorio, se está produciendo un cambio acelerado en la localización geográfica de la población residente. España vive un intenso proceso de despoblación de algunas regiones mientras otras, especialmente grandes áreas metropolitanas, concentran cada vez más población. A esta tendencia, marcada principalmente por los flujos migratorios externos, se suman las migraciones internas: cerca de un millón de personas cambia de lugar de residencia cada año dentro del paÃs. Este patrón ha llevado no solo a la despoblación de zonas rurales, sino incluso a la pérdida de habitantes en ciudades medianas (Cádiz, Valladolid o Sevilla son los tres municipios con mayor despoblación acumulada del 2000 al 2022 en términos absolutos), a favor de núcleos urbanos como Madrid, Barcelona o Murcia. Estas grandes áreas metropolitanas podrÃan experimentar un crecimiento superior al 15 % para 2039, atrayendo a cuatro de los cinco millones de personas que se añadirán a la población española en los próximos 15 años. Por el contrario, la "España vaciada" seguirá viendo cómo disminuye su población, acentuando las desigualdades territoriales.
Otro de los grandes retos demográficos es el envejecimiento poblacional, de mayor intensidad relativa que la de nuestros pares europeos, fruto de las tasas de natalidad más bajas y del aumento de la esperanza de vida. Aunque los movimientos migratorios están ayudando a ralentizar este proceso al incorporarse población relativamente más joven, el envejecimiento seguirá siendo de calado. Según las proyecciones del INE, la proporción de mayores de 80 años se duplicará, pasando del 6% actual al 12%, y los mayores de 65 años escalarÃan del 20% al 30% de la población total en los próximos 50 años. Este cambio se traduce en un incremento drástico de la tasa de dependencia[2], que pasará del 50% actual al 75%, con un impacto significativo en el sistema de pensiones, los servicios sociales y el mercado laboral.
El envejecimiento de la población se traducirá en una recomposición del mapa de hogares, con un crecimiento de su número (no solo por esta razón, consideremos también la reducción de la natalidad) mucho más intenso que el crecimiento poblacional, y un tamaño medio del hogar que continuará su descenso. Mientras que en 1970 el tamaño medio del hogar era de cuatro personas, este ha caÃdo hasta 2,5 en 2024 y se proyecta que siga disminuyendo a 2,32 para 2039. Los hogares unipersonales se convertirán, en mayorÃa, en dominantes en un horizonte de 15 años, planteando nuevos desafÃos. La soledad no deseada entre los mayores, por ejemplo, se intensificará, requiriendo el desarrollo de soluciones habitacionales alternativas y programas sociales que mejoren la calidad de vida de la población de mayor edad.
La intersección entre envejecimiento y concentración geográfica presenta un escenario aún más complejo. Por un lado, la España vaciada se enfrenta a un envejecimiento acelerado, con problemas de relevo generacional que derivan en jubilaciones no cubiertas y una progresiva disminución de la población activa en esas áreas. Esto genera un aumento de viviendas vacantes y una creciente necesidad de servicios especÃficos para personas mayores. Por otro lado, las zonas más dinámicas experimentan un fenómeno opuesto: una mayor concentración de población joven, que conlleva demandas significativas en términos de colegios, universidades, hospitales, oportunidades laborales y vivienda.
Estas dinámicas acentúan las divergencias territoriales. Mientras unas regiones sufren tensiones debido a una demanda creciente y una oferta insuficiente de servicios, otras quedan infrautilizadas, especialmente en cuanto a infraestructura educativa o sanitaria. Estos movimientos demográficos transforman las prioridades y las necesidades de los diferentes colectivos según el territorio, subrayando la urgencia de polÃticas diferenciadas y adaptadas a cada contexto.
En conclusión, la demografÃa española refleja un paÃs en plena transformación, con desafÃos que afectan a todas las dimensiones de la sociedad. Desde la gestión de los flujos migratorios hasta la planificación territorial y las polÃticas sociales, el futuro requiere soluciones innovadoras que respondan a las tendencias demográficas. Es fundamental anticiparse a estos cambios y abordar de forma integrada las necesidades de una población cada vez más diversa y dinámica.
[1] Ver más en DemografÃa, vivienda y brechas de riqueza de la Fundación Afi-Emilio Ontiveros.
[2] Expresa la proporción de población dependiente (menores de 16 años y mayores de 64, en su configuración actual) frente a la población en edad de trabajar.